Cuando un concepto se nos viene a la mente, se desencadena la relación de muchos otros y todo pasa por un proceso para ir puliendo esa idea de diseño. En un proyecto valdría la pena tener en cuenta, tanto en la realización como en la aplicación del diseño, dejar al final un elemento “espontáneo”, dejar que la audiencia vaya descubriendo poco a poco la “caja sorpresa” que conlleva nuestra disciplina… Veamos, la espontaneidad en nuestro caso generalmente no se planea, surge de repente, se puede hacer presente gracias a la práctica misma, a la búsqueda de innovación o a un simple error en el diseño. Sabemos que nuestros mensajes, espacios u objetos, pasan por una interacción que como creativos se da por un proceso de pensamiento completamente racional, lógico, ordenado. Muchas veces, la espontaneidad que se refleja en la autonomía del usuario es una forma natural e irracional de conocimiento y decodificación de nuestros diseños, aquí lo importante es centrarlos y causar interés hacia esa decodificación. Bien, imaginemos una campaña publicitaria que debemos planear para los medios masivos, TV por ejemplo… la captura de sonidos, formas, el orden en que presentamos las imágenes, la historia que contamos, etc. podrán tener algún punto espontáneo, “algo” que la audiencia no se espera y ése es el “click” donde surge la empatía o reacción de la audiencia. Lo mismo pasa con los libros, con las películas u obras de teatro, el público va desenredando la información, la trama… se imagina lo obvio, pero ¿qué pasaría si cambiamos lo obvio? la reacción sería distinta, sería más fácil adentrarlos a la “caja sorpresa”. Recordemos que el diseño no es un programa que se instala en la computadora o en la percepción de los usuarios, tampoco es la subjetividad de un objeto de arte, más bien debe motivar un cambio o una solución a determinado problema, es decir, el diseño son las decisiones que tomamos, conlleva una serie de técnicas proyectuales y una planeación de estrategias para materializarlo. Esto nos indica que sería absurdo querer “encuadrar” la disciplina, por el contrario habrá que percibirla abierta, a veces imprevisible para nosotros y para la audiencia. Solamente así podremos reinventar el oficio. Ojo, la forma en que proyectamos nuestros diseños es la forma en que actúan en la sociedad. Si mantenemos la espontaneidad en la función y en la forma, será más fácil desarrollar diseños originales. Con un simple giro, una frase de impacto, un cambio en los pantones, nuevos objetivos, nuevas distribuciones en los espacios, etc.. el diseño puede cambiar completamente la perspectiva del usuario y puede hacerlo divertido o no. Me despido, la espontaneidad es una herramienta útil para ir descubriendo todo lo que contiene la “caja sorpresa” de nuestro campo, conservémosla siempre a nuestro lado como una motivación, ¿ustedes qué opinan? Soy Erika. ¡Hasta la próxima! Imagen cortesía de iStock
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