Sucede algo, cuando te encanta hacer una actividad, que no deja que te detengas de seguir viendo, aprendiendo y entendiendo más. En lo personal, me resulta imposible dejar de darle vuelta a los conceptos y principios publicitarios. Recuerdo cuando, hace algún tiempo, pensaba sólo en ejecuciones cuando tenía que crear algo para una marca. En forma empírica e intuitiva trataba de alcanzar una idea, a la cual, tenía que someterla a opiniones ajenas, porque mi verdadera sensación era de incertidumbre y es que, en el fondo, sabía que no tenía un criterio creativo. Todo esto fue cambiando cuando, junto a nuevos equipos, tratábamos de dilucidar ideas que nos terminaran convenciendo a todos. Sin embargo, no era suficiente, no me sentía en la autoridad de decir, verdaderamente, qué estaba bien y cuál sería la dirección que teníamos que tomar. La publicidad siempre me gustó, pero ese gusto no era suficiente para ser bueno. Esto transcurrió así, hasta que llegó el día en que recibí una invitación por mail. Darían una charla sobre creatividad en una prestigiosa escuela. Seguro estuvo escrito que ése sería el comienzo de mi verdadera vida como creativo. Salí emocionado del trabajo. Al llegar, sabía que quería pasar mis días ahí. Cuando comenzó la charla, todo quedó claro: lo que había buscado toda mi vida era la creatividad publicitaria. Desde ese día, algo se encendió en mí, como un sentido nuevo, que disfrutaba más de las ideas y las apreciaba en forma diferente. A través de los cursos me llené de lo que necesitaba para ser un verdadero creativo, aprendiendo con gente muy importante, quienes me supieron acoger y llevarme a niveles cada vez mayores. Luego, comencé a generar ideas de alto valor y a tratar de comprender, a detalle, cada uno de los conceptos que había aprendido. Pero nuevamente, esto no era suficiente. Necesitaba más información, ver y leer cosas que me hicieran crecer como creativo. Había corregido mi gran error, que era pensar en ejecuciones, antes que en insights y conceptos. Veía que, a través del orden en el proceso creativo, a una idea se la podía llevar hasta las nubes. Sin embargo, no era suficiente. Necesitaba más. Recientemente, volví a Brother, la escuela de creatividad más premiada del mundo. Desde el primer momento le puse todas las ganas. Esto lo pudo notar Julio Vivanco, amigo y director de la escuela. La recompensa al esfuerzo y todo este deseo de crecer, fue un arsenal de ideas para mi primera presentación, como no había logrado la primera vez. Aún siento que necesito más y esto recién empieza. Los frutos comenzaron a llegar, pero sé que todavía no he visto nada. Este camino de la creatividad no tiene límites y estoy obsesionado con recorrerlo. Tal vez, me pase lo mismo que le sucedió a los creativos que tanto admiro o simplemente, la creatividad me volvió loco, no lo sé con exactitud. Mi recomendación, si te he podido transmitir esta pasión, es que corras detrás de tu propósito. Si ya lo has encontrado, acelera y no pares. Estudia, crece, crea, haz algo que sea mejor a lo que hiciste ayer. No te quedes sólo con admirar, cree que es posible concebir algo genial. AUTOR Andrés Gonzales Palacios Medio Psicólogo y tres cuartos de Publicista. Como creativo he entendido que las mejores ideas están en el corazón del consumidor. Realmente, comprender lo que sucede dentro de él y lo que no se atreve a decir, nos lleva a la mejor parte del proceso: tener vivencias empáticas. De esto salen mis palabras, por ello, soy copywriter. Mis colores son las palabras y mis pinceles los lápices. Encuéntrame aquí: http://ow.ly/Xzcok Imagen cortesía de iStock
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