“Revolucionariamente, lo conceptos de destrucción y construcción son inseparables.”
César Vallejo.
Ahora que la trigésimo quinta edición de la Feria de Arte Contemporáneo (más conocida como ARCO) ha finalizado, podemos sentarnos a repasar y analizar tranquilamente el estado del arte en la actualidad. Decía Goethe que si él pintaba a su perro exactamente como era, naturalmente tendría dos perros, pero no una obra de arte. En un mundo cómo el que vivimos, cada vez resulta más complicado saber que hay detrás de las motivaciones artísticas, confundidas en muchas ocasiones con un intento de postureo y diferenciación (y no sin razón). Esto, lleva en muchas ocasiones a una excesiva comercialización del arte, cómo bien explica Remedios Zafra. Antes de embarcarnos en el interminable debate sobre si todo vale en el arte o no, sobre qué es y qué no es arte, me gustaría analizar una tendencia, que a pesar de no aparecer en ARCO, está empezando a tener muchos seguidores tanto en la vida real como en internet. El Book Art es el término inglés utilizado para referirse a la creación de obras, cuyo material base es un libro, hojas de novelas, cómics, revistas. En español se los conoce como libros intervenidos, esculturas con libros o incluso libros alterados. Existen muchas categorías, por así decirlo. Una de las más conocidas es el book folding. Esta técnica lleva un paso más lejos las inscripciones en los troncos de árboles y talla nombres en volúmenes de libros. En internet existen muchos tutoriales, en los que explican cómo doblar las páginas y darles formas de letras. No es obligatorio que la forma final sea un nombre, también pueden poner un corazón y regalarlo el día de los enamorados. Si el book folding eran los graffitis de nombres, el book sculpture va un paso más allá y realiza esculturas con ellos. La principal diferencia entre ambos tipos, es que en el primero sólo se doblan libros mientras que en el segundo se les corta, se usan páginas sueltas, se les da forma, representa algo y no importa el cómo. Por decirlo de manera menos elegante: en la variedad folding se doblan, consiguiendo miradas pésimas de cualquier bibliotecario que se tercie, mientras que con el book sculpture se mutilan libros, consiguiendo una expulsión de por vida de la biblioteca y unos cuantos infartos de los encargados de éstas. Dentro del book sculpture hay dos formatos principales. Por un lado, encontramos una que usa como marco o fondo de la escultura el propio libro. Y una segunda vertiente, en la que la escultura ha salido más allá de las tapas del libro, alejándose del propio material que sirve de creación. Existen muchos paper artists y algunos de ellos de gran renombre, como el ilustrador David Kracov, la encuadernadora y diseñadora Cecilia Levy, Malena Valcárcel, Guy Laramée o Charles Clary, y un largo et caetera. En muchos casos es innegable la belleza de las obras, e igual que afirmaba Robert Bresson, “no hay arte sin trasnformación”. Queda a gusto del espectador, o del lector, decidir si lo que se ha cometido aquí es un crimen o realmente ha sido una metamorfosis de una “obra de arte” a otra obra de arte.
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