A lo largo de nuestra vida una de las cosas que más nos preocupan es fallar en lo que nos proponemos, claro que, sin lugar a dudas es en nuestra chamba donde el nivel de estrés que esto genera puede llegar hasta puntos insospechados. Después de todo, somos nosotros los que construimos a las marcas y hablamos por ellas, algo tan importante, que el más simple error podría echar a perderlo todo, o, ¿realmente es así? Conforme la tecnología va avanzando surgen nuevas herramientas para ayudarnos en nuestras estrategias de marketing, y algo que esto ha dejado en constancia, es que ahora podemos producir algo, descartarlo porque no funciona, y hacer algo nuevo; como con nuestros celulares, los cuales usamos para tomarnos mil selfies, quedándonos al final solo con una. Esto se relaciona con lo anterior en que actualmente la tremenda utilidad de estas herramientas nos ha permitido llegar a una era del marketing que a mí me gustaría llamar “el marketing de prueba y error”, ya que con ellas resulta más eficiente y barato crear algo, lanzarlo al público, esperar ya sea una respuesta negativa o positiva para continuar así, o botarlo y hacer algo más. Esto en lugar de pasar por un largo proceso de investigación para hacer una estrategia “a prueba de errores”. Esta facilidad para producir y medir así el impacto de nuestros esfuerzos de marketing, nos ofrece la posibilidad de obviar hasta cierto punto una tarea tan importante como la “investigación del mercado meta”, porque al final será más rápido llegar al corazón de nuestro público basándonos en un prueba y error, viendo en vivo y en directo qué es lo que mejor nos funciona. En particular la rama del marketing a la que me dedico, enfocada a la generación de contenidos principalmente en medios digitales, permite estas prácticas menos pensadas y diseñadas con el único fin de recopilar datos. Hay que aclarar que este método es válido solo si aprovechamos los resultados que obtenemos, analizándolos y mejorando nuestros esfuerzos. No se vale utilizarlo como una mera excusa o justificación cuando nuestras estrategias no salen como queríamos, porque en primera instancia, ni siquiera sabemos lo que estamos haciendo. AUTOR Miguel Kevin Soto Ávila Licenciado en Publicidad por la UNITEC, actualmente trabajo para la agencia de branding Morpho-B como editor y creador de contenido. Disfruto lo visual y lo escrito por igual, pero después de descubrir el poder que tienen las palabras para dirigir la atención del público, me di cuenta de que era algo que quería dominar. Pueden seguirme en Twitter: @tricksterkev
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