Propuesta tras propuesta rechazada, luchas constantes con las peticiones de los clientes, infartos repetitivos por piezas impresas en RGB, a las que le falta una tilde y, que sin saber por qué, la fotografía salió pixelada, por solo mencionar situaciones pequeñas que ponen a prueba día a día nuestra cordura y paciencia como publicistas, y eso sin mencionar los “poco recurrentes” problemas de logística que ocurren cuando no tenemos tiempo, las empresas de impresión que deciden tomarse un descanso cuando más las necesitamos, el correo con las piezas que aún no llega, el sonido incesante de la llamada de la ejecutiva de cuentas y el mensaje de “el programa ha dejado de funcionar”. Como publicistas vivimos en un constante estrés que parece querer enviarnos al hospital o al psicólogo. La pregunta es ¿qué tiene este mundo que se nos hace tan atractivo? En definitiva, la publicidad no solo nos ha permitido ver la vida de manera diferente, sino que además posee un factor que no muchas carreras tienen, la adrenalina de pensar ¿y ahora qué será? Una semana podemos encontrarnos realizando campañas para una marca de alfileres y a la siguiente promocionando el evento más importante del país, y no interesa cuán parecidos lleguen a ser ciertos clientes, porque siempre será algo diferente, siempre habrá que investigar más, leer más, gestionar más y diseñar más. La sonrisa con la que dormimos luego de cada entrega siempre es diferente. Somos de los pocos profesionales que podemos decir que con el paso de los años participamos y probamos de todo un poco. No importa cuántas noches llevamos en vela, ni cuántos cafés o energizantes hemos tomado, la alegría que emana el saber que se está trabajando en un nuevo proyecto, en una nueva aventura, es enriquecedora. Ya ni pensamos en que no tenemos horarios establecidos de trabajo (porque casi siempre trabajaremos también en casa), ya que adoptamos la publicidad como nuestro estilo de vida. La publicidad es impredecible, cambiante, demanda un esfuerzo pasional inmenso y recibe infinidad de críticas porque aquí no hay verdad escrita ni una manera de proceder, ni un manual que te diga cómo ser un publicista. Y a pesar de todo aquí nos encontramos, reventando neuronas para crear un concepto y muy orgullosos de hacerlo. Imagen cortesía de iStock
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