Y no, no somos nosotros (aunque puede llegar a pasar), pero en esta oportunidad me refiero a la “mascota” corporativa que personifica nuestra marca. Querida u odiada, este personaje posee gran importancia si de marketing hablamos. Hace poco, comencé a guiar la estrategia digital de una mascota corporativa que básicamente estaba a su suerte, mientras estudiaba su caso, pude notar cómo sus “responsables” subestimaron el alcance que éste tiene respecto a la empresa y sus actividades, por lo que llegué a concluir que algunos aspectos negativos de la marca que se habían acrecentado (por diversas causas) podían aminorarse e incluso desaparecer gracias al toque mágico de la mascota. ¿Por qué tener una mascota (publicitaria)? Inicialmente, las marcas cuyos productos y/o servicios resultaban sosos y aburridos se apoyaban en la idea de representar a su empresa de una forma dinámica y amigable a través de su mascota. Ahora la cosa ha cambiado un poco, pues mientras más atractiva y simpática resulta (indiferentemente del producto que ofrezcas), ésta provee un valor invaluable para la marca en diferentes aspectos. El concepto de una “mascota” fortalece la imagen de la marca (más aún si es una empresa fría como un banco, una clínica o similares) añadiéndole personalidad donde seguramente no la había antes. Le agrega energía, gracia y especialmente reminiscencia. Cuando las mascotas están diseñadas profesionalmente su vigencia no caduca. En cuanto a marketing, las mascotas empresariales son parte fundamental dentro de las estrategias de branding puesto que su uso logra que nuestros clientes se identifiquen con nuestra marca de una manera menos rígida, y en el mundo 2.0 resultan una maravilla, pues a través de las diversas plataformas que te brindan las redes sociales, crear interacción entre tus consumidores directamente resulta de lo más fácil a través de ellas. Sus beneficios A parte de no soltar pelos ni despertar alergias, las mascotas empresariales tienen una ventaja, ¿conoces a Melvin, el conejito rosa de Duracell, Mickey o Michelin? Todos ellos son mascotas que en algún momento llegaron a suplantar el logotipo de la empresa (como en el caso de Michelin) o a reconocérsele por dicho personaje (como en el caso del chokocrispis y Melvin o Mickey y Disney). La ventaja en todo ello radica en que la personificación de la mascota logra precisar una conexión emocional con los consumidores de la marca, incentivando a su vez la interacción entre ambos (lo que genera a largo plazo fidelidad). Dentro de las 5 mascotas que marcaron mi vida están
- Bebé Gerber: (cuando existía, ahora cualquiera puede ser uno) Era un bebé ilustrado que te emanaba ternura pero en el fondo era algo tétrico (cosas mías).
- Osito Bimbo: El osito panadero salió por primera vez en 1943 y casualmente sus creadores también son padres de Gansito de Marinela.
- Chester Cheetah: El leopardo antropomórfico que desborda energía y una actitud cool, se hizo súper popular y hasta página web tiene.
- Ronald McDonal’s: Un payaso aterrador. Fin.
- El santa de CocaCola: Sabes que comenzó la navidad cuando la bebida de cola te muestra al viejecito de pelo blanco, es un hecho.
Bonus: Melvin, desde que cambió de imagen quedé horrorizada, yo crecí con Chokocrispis y a ese elefante estirado y musculoso realmente lo desconozco. ¡vuelve Melvin, vuelve! Mi consejo No todas las marcas necesitan mascotas, pero si la tuya tiene una ¡CUÍDALA! dale agua y comida regularmente, es decir, nunca abandones el objetivo por el cual fue creada y a qué parte dentro de tu estrategia de branding pertenece.
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