Publicidad, palabra atestada de incertidumbres. Nos sabes con qué te puede sorprender todos los días. “Sorprender”, se escucha bien ¿no?, a todos nos gustan las sorpresas, sí, sorpresas de las buenas. Pero, para ser sincero; su concepción no se ajusta a procesos lógicos, algorítmicos o estructurales. La creatividad es un estado de creación anormal, sin reglas, que apelan a los principios de la heurística. Vinimos a esta vida sin un manual de existencia, sin preceptos o regulaciones para aprender a vivir, más que la propia existencia es quién enseña. Asimismo, en la publicidad no hay reglas. Nada está escrito. “En la guerra, en el amor y la publicidad, todo es válido”. Sin embargo, es ahí donde el miedo invade la mentalidad humana. La muerte, la soledad, el amor, el futuro, el fracaso y el cambio, son algunos de los verdugos para las personas. Para nosotros los publicistas, sí, esos seres anormales, superhéroes de la creatividad, aquellos que mueven el mundo con la ilógica; e iluminan el universo con ideas nuevas todos lo días, en algún momento cuando iniciamos nuestra carrera, le temimos a la publicidad. El inicio de todo publicista es épico, emocionante, incierto, inspirador, ilógico. transpirador y suele pensarse hasta utópico. ¿Cuántos no temimos a nuestro primer día en la agencia?. Y pensábamos: ¿Ahora que hago? –Nunca he hecho publicidad a tal magnitud. –Mi experiencia no es tan amplia. –Mi creatividad no sé si sea buena. –Las miradas están puesta sobre mi. –No sé que hacer. –Me siento como recién salido del cascarón. ¿Cascarón? Sí, cascarón. El primer gran paso para ser un águila, es salir del cascarón. Ingresar a ese manicomio de gente extraña no es fácil, pero más difícil es mantenerse ahí dentro (ser anormal también cuesta). Sí estás adentro, no es por lo que sabes, es por lo que quieres llegar a aprender. No es por lo que eres, es por quién quieres llegar a ser. No es por dónde estás, sino porque sabes a dónde quieres llegar. Nadie nos dijo que teníamos que ser publicistas, simplemente decidimos ser diferentes. Previo a ser publicista Bill Bernbach y George Lois estuvieron en la milicia, McCann era botones, Ogilvy fue chef; tú, repite esa historia épica. Recuerda que para ser una leyenda primero se debe ser un mito. Nadie puede aspirar a la gloria sin haber estado en el infierno. No le temas al fracaso, es sinónimo de sabiduría. Ya lo dijo Roy H. Williams: “La buena publicidad no es garantía del éxito, ni tampoco la mala significa fracaso”. Haz de tu profesión el mejor “storytelling” y “lovemark” que el mundo pueda conocer. Es sencillo, si no existiera lo posible, no tendríamos el valor de realizar lo imposible. No es a quién conoces, sino quién te conoce todos los días. Hay un mundo sediento de buena publicidad, ánimo, levántate y sal a conquistarlo. El primer paso ya lo diste, no dejes el segundo en el aire. Aunque el consumidor desconozca tu nombre en cada idea, campaña o estrategia, tu esencia siempre deberá estar ahí. Hazlo, sé leyenda; sin miedo a nada. Imagen cortesía de iStock
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