En la última década ha aparecido un personaje nuevo en la escena marketera; uno que, por más o menos nombres rimbombantes que se le den de acuerdo a las responsabilidades que asuma, siempre será encasillado como Community Manager. Este “gerente” de comunidad del que huyen muchos nuevos publicistas electrónicos, puede ser desde un simple operario de redes sociales hasta un gran estratega de las comunicaciones digitales, sin afectar su esencia; no necesita escalafones superiores, no necesita epítetos que guarden más o menos coherencia con sus funciones tácticas dentro de la estrategia de marketing digital; ser un community manager no es ser un “barrendero” en el esquema operacional de una campaña, y al mismo tiempo y como resultado de nuestras pequeñas pero muy peligrosas contradicciones, lo es y de forma positiva, pues habría que rescatar el valor que tienen las profesiones, por su rol en el contexto general y no por la valoración prejuiciada que se suele imponer casi siempre en nuestras sociedades acostumbradas a la división de castas. De cualquier manera, el community manager es en la actualidad un imprescindible en la gestión de las comunicaciones estratégicas de la marca; y considerando que el medio digital es uno de los medios con mayor impacto sobre la apreciación del mundo para la sociedad contemporánea, no es cualquier, o no debería ser cualquier sujeto sacado de la manga; sea un miembro de la nómina de la organización o sea un tercerizado, no puede suscribirse a un chico o chica con chispa y sentido de la moda. El community manager es una voz, y una que pretende vender algo que es más difícil de comprar que cualquier producto: una idea y como se supone que el community manager administra ese valioso capital que tanto le ha costado acumular a la marca, el capital social, no le habla a desconocidos, le habla a personas que la conocen, le habla a clientes offline a través de una vía online, interactúa con aficionados y asiduos, es un puente para romper ciertas barreras y estrechar otras insalvables. No es ociosa la reiteración, tiene un propósito; comunicar a quienes tienen que comunicar, el concepto de lo que son; los community managers no son publicistas, ni comunicadores sociales, no son periodistas, ni relacionistas públicos, no son expertos comunicólogos ni ingenieros o expertos en sistemas informáticos, los community managers en su rol fundamental, en lo operativo y mecánico, son actores y deben ser los más grandes y polifacéticos actores; de lo contrario quedarían reducidos a ser simples peones de un juego que no va a ganar la marca, quedarían reducidos a ser empleados de un call center en el ámbito digital, depositarios de alguna suerte de información repetitiva, inconsistente, muy obvia y por tanto aburridísima. Un gran actor no solo es capaz de interpretar un papel, es capaz de interpretar los que sea necesario hacer, pero además, no necesita cambiar de película para mutar su imagen, puede ser risueño y melancólico, bonachón y amargado, brillante y torpe, puede fluctuar a través de las densidades del personaje, desdoblarse, ser otra persona con todo lo que ello implica, nadie es plano, nadie es unidimensional, la interpretación de un papel ha de ser la gesticulación integral del alma del personaje, es justamente esa cualidad que tienen los mejores actores la que les vale el aplauso del público, y es justamente esa característica la que debe ser esencial en el community manager; además, una característica dificil de lograr considerando que no se tiene más que una sola vía de comunicación: la verbal-escrita; por lo que el esfuerzo por lograr alguna forma de gestualidad corporal, alguna forma de comunicación visual debe ser mucho mayor y más enfática. Las marcas en la red deben comprometerse a ser mucho más de lo que pueden ser en la realidad; la red es una válvula de escape, es un medio inmediato, es un espacio infinito, puede ser tan íntimo como quiera que sea para el individuo y al mismo tiempo es tan público que resulta paradójico; pues no es que se revele a la persona, es que queda expuesto lo que ella quiere que veamos; por tanto, la red es una trampa, siempre, sin duda y quien es consciente de ello es capaz de ganarle a la trampa, de darle un uso a su favor; las marcas deben ser capaces de seducir a la gente, no en el medio, en donde realmente vale, en su mente y eso solo es posible impactándolos con una gran actuación, un manejo de las redes sociales digitales que sea auténtico, profundo, multidimensional, próximo, oportuno y siempre pertinente. El community manager que logre darle a la marca esa calidad en sus redes sociales digitales se habrá convertido en el mejor actor. Imagen cortesía de iStock
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