En publicidad, en especial en digital, todos y todas nos creemos gurús y nos tomamos el atrevimiento de criticar y señalar los errores de nuestros colegas, pero ¿es necesario crucificar a alguien por una falla humana? Desde subir una imagen con la marca de agua, publicar en nombre de una marca cuando querías opinar con tu nombre, hasta fallar en una letra del copy, estos “horrores” nos han pasado a todas las personas que a diario tenemos que elaborar o subir contenido en diferentes cuentas. Pero, si ponemos atención, nos daremos cuenta que en los últimos años han surgido cantidades de “expertos” en publicidad digital, y que están dispuestos a hacer daño a colegas solo con opiniones al peso de la lengua. Las redes sociales nos han abierto puertas al conocimiento y a expresarnos libremente sin necesitar de una plataforma tradicional, como un medio de comunicación, para que nos lean. Sin embargo, no hay un filtro que diferencie los comentarios acertados, de los que solo desean herir egos o alimentarlos. Por eso, nos encontramos con un gran problema que solo puede ser solucionado por nosotros mismos. La competencia publicitaria nunca ha sido lo suficiente ética o sana: criticar ha sido un deporte muy practicado por los publicistas. No es lo mismo hacer observaciones sobre una campaña mal lograda, a condenarnos por una falla en una publicación que fácilmente podríamos corregir. Y no nos sintamos especiales, a todos los usuarios nos han arrebatado el derecho al error, como bien afirma Inti Acevedo en este artículo en Medium “Es la era de los desaforados policías del pensamiento, de los cazadores de errores, de los destiladores de lo políticamente correcto”. Pero debemos aceptar que para los diseñadores y creativos digitales, la experiencia de errar es mucho peor. Para hacer una captura de pantalla y tirar veneno no hay pereza ¿qué nos cuesta ser sutiles o comunicarnos con la marca por un mensaje privado? No se lo estoy pidiendo a los usuarios que nada tienen que ver con el gremio, te lo estoy pidiendo a vos, publicista, que conoce lo fácil que es no ser perfecto, y lo importante que es nuestra reputación en una industria tan reducida ¡Quién no haya cometido un error que tire la primera piedra! Imagen cortesía de iStock
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