Todo ser vivo es un consumidor; la naturaleza no es productiva en vano; pero luego que el ser humano hubiera hecho los enormes descubrimientos que le permitieron multiplicar su potencial energético, y con esto su capacidad productiva, la sociedad ha entrado en el debate sobre sí estamos consumiendo de más; no es mi intención ahora mismo proseguir ese debate; pero sí aclarar que toda persona es un consumidor, sin más. Cuando estoy al frente de un cliente y éste quiere saber cómo voy a hacer para aumentar sus ventas, puedo mostrarle, con toda seguridad la estrategia que usaremos, los resultados que esperamos obtener, las oportunidades que se derivan, las necesidades que tendremos en determinado plazo con relación a su presencia en el mercado, los puntos de venta que seguramente tendrán mayor rotación y por tanto que serán foco de otras microestrategias, en fin; sin embargo, me quedo reflexionando largo rato sobre qué clase de consumidores estamos generando, si es ético lo que estamos haciendo, si vale la pena para una marca crecer en esa dirección o sería mejor hacerlo en una más sostenible. De mis reflexiones sobre los tipos de consumidores que existen, que pueden clasificarse en tres grandes grupos: suficientes, eficientes y perficientes, la mayoría de los consumidores en el mundo conforman el primer gran grupo, es decir, la mayoría de los consumidores en el mundo van con una frecuencia muy alta a la tienda, al cine, al teatro, en bus, en tren, avión, al supermercado, al quiosco, al puesto callejero, a la gasolinería, a consumir productos o servicios ya elaborados, procesados, preempacados, precocidos, listos para abrir y usar y también para desechar; la mayoría de las personas consumen “lo suficiente”, es decir, lo que basta para cubrir una necesidad o deseo inmediato; esta suficiencia es casi irónica, porque para el consumidor suficiente, nunca es suficiente. El segundo grupo de consumidores se corresponde con los eficientes, que también suman un buen porcentaje; son conocidos como consumidores conscientes o están incluídos en ese concepto, pero el consumo eficiente va más allá de ser conscientes, este tipo de personas también consumen en grandes cantidades, pero no con la frecuencia de los anteriores; el consumo eficiente intenta remediar su acción haciéndola al por mayor; de ese modo no se va tanto a la tienda, sino que se tiene mucha mercancía almacenada, se gasta menos también, pues el consumidor eficiente usa cupones, ofertas, promociones, suscripciones, dinero digital, recicla, reúsa, renueva; no deja de consumir pero lo hace eficientemente. En el tercer gran grupo de consumidores se encuentra una mínima parte de las personas; éstas no consumen productos terminados, son consumidores de materias primas, de insumos, de maquinaria, de servicios educativos, de plataformas de conocimiento, de financiamiento, son casi emprendedores y a muchos de ellos el casi les queda flojo, consumen sus propios productos, los elaboran a su gusto, practican la permacultura, también reciclan, sí, pero también reducen el consumo, son enemigos de cualquier cosa innecesaria, por ejemplo, las bolsas de plástico no biodegradables, son en extremo cuidadosos con lo que consumen, por eso son perficientes, pues siempre están buscando perfeccionar el consumo, no lo asumen como la satisfacción de necesidades o deseos simplemente. Evidentemente estos grupos tan cerrados, no existen como segmentos humanos; en general, las personas pueden estar entre el consumo eficiente y suficiente o suficiente y perficiente, o combinar las tres o solo en un tipo, pero dado que el sistema de producción está diseñado para que, de alguna u otra manera consumamos algo (muchas cosas si sacamos la cuenta) aisladamente y con frecuencia, ninguno escapamos a ser consumidores suficientes. Es esto último lo que me da paz cuando tengo que diseñar una estrategia para aumentar las ventas de mis clientes: no podemos escapar de que a otro, muy inteligente, se le haya ocurrido la genial idea de ofrecernos algo que queremos o necesitamos como precisamente lo buscamos, sin hacer mayor esfuerzo, sin embargo; ¿podemos mejorarlo? Sín duda, sí, pero por ahora vamos a tomarlo con calma, vamos a probarlo. Imagen de iStock
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