Cuántas de las mejores ideas alguna vez fueron consideradas fuera de lugar y puestas en duda. El proceso creativo no es tanto lineal, cuanto recurrente. Ejercitar la creatividad y desarrollar el pensamiento creativo debe ser una tarea estimulante. Aislarte y suponer que creas en solitario realmente es poco productivo. Sugiero, en cambio, dejarse inspirar y estimular por el mundo que te rodea. Sal, conecta y comparte. Vivencia y cocrea. Pablo Picasso nos regala una frase: «Yo no busco, encuentro». La creatividad puede potenciarse por si sola, pensando mucho, obsesivamente, en cualquier momento del día, sin importar la situación o el contexto. Eso sí, déjame recordarte que “la iluminación” como viene se va. Atrapa el momento ¡ajá! Regístralo inmediatamente, ¿para qué abusar de nuestra memoria? El deseo y propósito de la creatividad procura eludir los caminos de siempre para obtener los resultados de siempre. Porque creo que la creatividad es una buena idea. Porque lo mejor que le podemos dar al mundo es nuestra creatividad. Como profesionales de la comunicación, pero también como consumidores, como clientes, como usuarios, como ciudadanos… como personas. Somos personas con almas que necesitan alimentarse: las buenas ideas son ese alimento. No queremos comer de vez en cuando: tenemos hambre, y aspiramos que las buenas ideas sean el pan nuestro de cada día (gracias, Pablo). Somos personas inconformistas que esquivamos repetir esto o aquello que conocemos que está mas o menos bien. Vivir con actitud creativa no es fácil. Más fácil es dejarse llevar y transitar la vida así como se nos presenta, ¿de que lado prefieres estar? Ir con actitud creativa por la vida implica simplemente pensar y conectar. Hay quienes prefieren vivir sin ningún tipo de actitud creativa y lo peor es que andan con ganas de frenar la actitud creativa de los demás. Nosotros no. Decimos no a la imaginación lista para consumir; preferimos crear la imaginación. Dice el filósofo José Antonio Marina que la tradición nos mata porque se convierte en el ancla que nos amarra al pasado, en vez de ser trampolín que nos proyecta al futuro. Somos parte del proceso: está ahí, a unos cuantos pasos de nuestro alcance. Es sencillo y las técnicas de la creatividad están para echarnos la mano. Lo difícil es atreverse a pensar en cosas nuevas, salir de la zona de confort; en ideas distintas a las preestablecidas. En otras palabras, tirarse a la alberca. Lanzarse al vacío, como los clavadista de Acapulco. Imagen cortesía de iStock
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