Cuando he tenido la gran oportunidad de dar alguna clase, con cierta regularidad les pregunto si ven televisión abierta, por lo general lo niegan rotundamente (es claro que se avergüenzan), entiendo que la mayoría de ellos están acostumbrados a otro tipo de medios, el problema de esto radica en que al no saber lo que normalmente se exhibe en la televisión abierta no tienen idea de lo que la gente «común» ve y le gusta. Este efecto no solo sucede con la tele, es básicamente lo mismo con el radio, las revistas, el periódico y hasta los eventos. Cuando tu mundo gira al rededor de bares mamones de la Roma, cine de «autor» (termino que me parece una mamada), libros de autores descendientes de China y Taiwán, visitas a museos con exposiciones sobre valoradas, terminas por encerrarte en un minúsculo círculo social. Para los sociópatas o para los de carácter ermitaño, esto no tiene consecuencia alguna, pero para los publicistas puede significar convertirse en otro imbécil lleno de “ideas geniales”. Desde principios del siglo, empezó a desarrollarse un extraña admiración por ciertas cosas del “pueblo”, sin embargo, esto no significa que la gente conviva con el pueblo; por ejemplo, hasta no hace mucho la lucha libre se retacaba de “niños bien”, cada vez pasa más de moda y los que siguen asistiendo a este tipo de espectáculos son “la gente común”. Cuando un cliente (con algún producto para amas de casa) nos comenta que va a utilizar en su campaña a la actriz Alejandra Barros, ponemos cara de “Chale ¿quién es esa vieja?”, eso pasa porque ni de vez en vez le echamos un ojo al TV y Novelas, y menos le ponemos al canal de las estrellas… “eso no es trendy”. ACLARO, y lo hago con mayúsculas, porque los chillones siempre salen con que “pinche naco el que escribe esto que le gustan esas porquerías”, NO ESTOY HABLANDO DE CALIDAD EN LOS MEDIOS, simplemente digo que para conocer a la gente a la que le vendemos y que estamos obligados a encantar, tenemos que conocer sus códigos, sus héroes, sus aspiraciones. Está muy bien asistir al Corona Capital, no nos hace más pendejos ni más chingones, son gustos musicales y ahí sí cada quien hace lo que le viene en gana, pero negarse a ver TV abierta, ir al cine a ver un churrito nacional, asistir a una buena tocada donde se levanta el polvo de tanto zapatear, nos aleja del mundo real, ese mundo que va a al súper y compra las marcas a las que nosotros les hacemos la publicidad. Para los que andan a pata, quítense los audífonos y mientras van en el metro escuchen lo que la gente habla, visiten ese bar pinche que tiene luces de tres pesos y solo vende gomichelas (no hay uno solo ni en la roma ni en la condesa, no le hagan al pendejo), lean el Gráfico, dense oportunidad de conocer a la gente, que finalmente es la que nos da de tragar.
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