El nombre Pierre de Coubertin no debería ser desconocido para nadie, ya que este francés fue el organizador de los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna, que se realizaron en 1896 y, con toda lógica, en Atenas. Coubertin no solo impulsó los Juegos sino que hasta tuvo tiempo para diseñar su logotipo, que según él “representa a los cinco continentes del mundo, unidos por el olimpismo”. El francés presentó su diseño al Congreso Olímpico en junio de 1914, una semana antes del asesinato del archiduque Franz Ferdinand, que desató la Primera Guerra Mundial. Esto hizo que el logo se aprobara después de la guerra, por lo que debutó en los Juegos Olímpicos de Antwerp (Bélgica) en 1920. El símbolo de los Juegos Olímpicos se compone de cinco anillos encadenados: azul, amarillo, negro, verde y rojo, sobre fondo blanco. De hecho, se los denomina “anillos olímpicos”. Coubertin lo diseñó en 1912, y usó esos colores porque son los de las banderas de los países que competían en los Juegos en aquellos tiempos. “Los seis colores”, dijo, “reproducen los colores de todas las naciones: azul y amarillo de Suecia, azul y blanco de Grecia, los tres colores de Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Italia y Hungría, el rojo y amarillo de España, la novedad de Brasil y Australia, el viejo Japón, Canadá y la nueva China; es un verdadero símbolo internacional”. El historiador Robert Barney afirma que Coubertin se inspiró en el logo de la asociación francesa deportiva USFSA, formado por dos anillos enganchados, y también en la idea de Carl Jung, para quien el anillo simbolizaba la continuidad y el ser humano. El Comité Olímpico Internacional sostiene que el logo representa la unión de los cinco continentes, pero que ningún continente está representado por un anillo específico. Hasta 1951, la Guía del Comité establecía que “el azul corresponde a Europa, el amarillo a Asia, el negro a África, el verde a Oceanía y el rojo a América”. Esta afirmación, bastante racista, fue quitada de la Guía porque, según parece, no hay ninguna evidencia de que Coubertin haya tenido esa intención. A pesar de ello, en el logo de la Asociación de Comités Olímpicos Nacionales aparecían los logos de las asociaciones continentales dentro de los anillos del color correspondiente. Agrego un dato curioso. Antes de los Juegos Olímpicos de Berlín, en 1936, se construyó un mojón en el estadio de Delfos (sede del famoso oráculo). Ese mojón tenía los anillos olímpicos esculpidos en las paredes laterales, una idea de Carl Diem, organizador de los juegos berlineses. Diem quería que un corredor llevara una antorcha desde Delfos hasta Berlín, lo cual se hizo. Pero el mojón nunca se demolió. A fines de los años 50, dos escritores británicos de visita en Delfos lo vieron y anunciaron que el diseño de los anillos olímpicos había tenido su origen en la antigua Grecia. Aunque esto fue desmentido, todavía circula por ahí el mito de que los anillos fueron idea de los griegos. Pero no: fueron diseñados por Pierre de Coubertin. Ahora que se vienen los Juegos de Río de Janeiro, es una buena oportunidad para seguir homenajeando a ese francés cuyo sueño disfrutamos cada cuatro años.
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