¿Qué pasaría si…?, ¿de qué manera…? Preguntar, cuestionar, reformular. Una y otra vez. Preguntar con curiosidad, con espíritu de niño explorador. Sin las preguntas, no tenemos sobre qué pensar. Las preguntas definen las tareas, expresan problemas y delimitan asuntos. Impulsan el pensar hacia adelante. Las contestaciones, por otra parte, a menudo indican una pausa en el pensar. Es solamente cuando una contestación genera otras preguntas que el pensamiento continúa la indagación. La producción de ideas es un proceso que podemos comparar con el sistema que Henry Ford planeó para su compañía. La producción de ideas es el fruto de una cadena de montaje. Así de fácil y sencillo es redactar esta frase como difícil y complejo es el trabajo que hay que hacer para llevar esto a cabo. La producción de ideas comienza con una pregunta acción. Una respuesta profunda, como el pez dorado de Lynch, lograda desde la ejecución de una pregunta bien formulada es un superalimento para la generación de ideas. Para poner en práctica el arte de producir ideas, es necesario tener en cuenta que los simples fragmentos de conocimiento no son todo ya que envejecen rápidamente; los principios y los métodos son los que necesitamos –los cómo y los por qué–. Entonces, nuestra tarea es ejercitar arduamente el cerebro para activar los métodos con el cual se producen las ideas, para evitar que el propio cerebro tome las decisiones (sabemos, en este punto, que nuestro mental amigo prioriza la conservación de la energía y es simpatizante de los caminos recurrentes del pensamiento reproductivo). Está demostrado que las consignas formuladas sobre la base de un pregunta son excelentes impulsores para la acción que aquellas basadas en oraciones asertivas. Una pregunta debe llevarnos directamente a la acción y tiene que estar enfocada en nuestros intereses para que resulte movilizadora. No bien tenemos el tema del problema es el momento de curiosear la consigna desde múltiples ángulos para transformar el reto al escenario de pregunta acción. Dale la bienvenida a los «y si acaso»… ¿Qué pasaría si?, ¿de qué manera…? ¿Cómo podría/mos? Cuestionar en una mente viva y con espíritu de aprendiz – modo beta permanente– nunca termina. Las preguntas se transforman; generan más preguntas: buenas y nuevas preguntas que estimulan nuevas maneras de pensar, nuevos caminos para seguir. ¿Cómo se obtienen las ideas? No sé si hay una única respuesta, sí sé, en cambio, que esa pregunta merece ser reformada. Será el momento de llamar a las preguntas acción para darle play a la curiosidad y al niño con espíritu explorador. Imagen cortesía de iStock
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