A todos nos pasa estas 3 cosas curiosas. Hemos sentido que nuestro móvil vibra aun cuando no lo llevamos cerca, estar como poseso jugando en línea y al voltear la mirada repentinamente todo se nubla u ondula y ese deseo irracional de cargar el teléfono cuando todavía nos queda 20% de batería. Todo ello forma parte del tecnoestrés, que como su palabra lo indica, es el estrés originado por la adicción psicológica a la tecnología causante de patologías raras como el síndrome de llamada fantasma, el cibermareo, la nomofobia, la cibercondria o el phubbing. Un problema de nuestros días Dicho trastorno es más frecuente de lo que pensamos. Actualmente todos tenemos una especie de “necesidad” a estar al día en todo momento -lo que nos lleva a permanecer conectados la mayor parte del día muchas veces dejando de hacer nuestras tareas y cosas habituales- lo que ocasiona síntomas de ansiedad, nerviosismo y frustración. No solo es un mal de jóvenes como se pensaba, la generación Baby Boomer también forma parte de este embrollo gracias a las aplicaciones formativas, informativas y herramientas como tablets y smartphones. No saber de tecnología es como no saber leer. Hoy los niños ya saben cómo encender una laptop y como buscar juegos online gratuitos para pasar el rato (niños de 3 años eh), así que si ya estás grandecito y no pagas tus cuentas de manera digital o buscas trabajo en portales web o no tienes cuenta de correo electrónico básicamente eres una analfabeta tecnológico –o estuviste en coma 30 años- Puede resultar cruel pero así somos. La sociedad es consiente de las ventajas que supone tecnologizar las cosas y a la gente en sí, por lo que esa inversión va más allá de las retribuciones y aun con la interoperabilidad de las cosas los errores no desaparecen. Algo serio El asunto no es solo un término de moda más, ha sido objeto de estudio desde 1984 y se cree que es necesario que aparezca en las normativas de seguridad y salud laboral, pues estudios recientes revelan que al menos 8 enfermedades mentales están ligadas a la adicción tecnológica. Uno de los más comunes es sin duda el síndrome de la llamada fantasma, esa vibración que sientes en tu bolsillo cuando no llevas el móvil contigo, también está la nomofobia o la fobia a no tener el teléfono celular cerca, la ciberhipocondría que no es más que acudir directamente con el dr. Google para que nos diga que mal padecemos y si éste nos dice cáncer pues no vamos al médico porque si ya tenemos cáncer nos morimos y ya 🙂 Últimamente se han sumado el cibermareo que no es otra cosa que los mareos que provocan los videojuegos o el estar frente a la pc mucho tiempo; el efecto Google, que les da a los jóvenes que como todo lo pueden buscar en el famoso buscador, no piensan; y la Facebook depresión, que como su palabra lo dice, es la depresión que causa demasiada interacción social o la nulidad de ésta. ¿T4? Tecnoadicción, tecnofobia, tecnofilia y tecnoestrés o como me gusta llamarlo (T4) son fáciles de evidenciar en una persona: Si tu amigo Omar, tiene altos niveles de ansiedad y además se está aislando de su entorno para estar pegado a la PC es muy probable que su t4 vaya en aumento. Es más que obvio que somos libres de hacer lo que nos venga en gana, pero como parte de nuestra salud (y la salud pública) las consecuencias psicológicas que acarrean nos hacen blanco de actitudes negativas, ansiedad, escepticismo, inutilidad, desconfianza y pare usted de contar y ello genera grandes secuelas en nuestro desarrollo social como en el empobrecimiento de nuestro lenguaje, la irritabilidad con nuestros clientes o entorno y timidez. Las marcas trabajan cada vez más en enganchar a los usuarios y consumidores a tener siempre lo más nuevo, lo actual, lo que está de moda y la industria tecnológica no escapa de eso. Apple es el rey en ese apartado, cuando logras comprar su última invención sale otra al mes (totalmente igual solo que con otro nombre). Destecnologísate No sé si esa palabra exista pero eso es lo que te toca hacer. Camina (sin apps), sal con amigos (sin smartphones), come (sin subir fotos a Instagram), ten relaciones sexuales (olvídate del sexting) y realiza todas esas actividades que normalmente no necesitan de la tecnología para llevarlas a cabo. Seamos honestos, usar la tecnología de forma adecuada a estas alturas de nuestras vidas ya está perdido, pero lo que sí podemos hacer es olvidarnos un tiempo de ellas y reencontrarnos con nosotros.
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