Un creativo parte del caos para transformarlo en imperioso orden. Parte de la ausencia de una solución para buscar alternativas que respondan a esa ausencia. Pues bien, en medio de esa búsqueda o ese caos, existe una línea delgada a la que podemos llamar procrastinación (lo que conocemos como “dejarlo para después”) que bien podemos utilizarla como una herramienta. Y es que procrastinar a veces no suele ser tan terrible como se cree. Al contrario, es una fuente muy dinámica de la que nos podemos valer los creativos. Veamos. Es común que podamos sentir algún tipo de bloqueo creativo, y procrastinar generalmente funciona si la raíz es cognitiva o intelectual. Es decir, alejarnos, dejar la idea del proyecto para después, sirve para madurar nuestra información, nuestra perspectiva, para salir a buscar lo que nos hace falta, observar o interactuar más con otros conceptos y así regresar con las piezas del proyecto asimiladas. Procrastinar entonces, puede ser una especie de incubadora de ideas, ideas que pueden ser potenciales pero que necesitan tiempo para desarrollarse y producirse. El punto es que usemos la procrastinación como una herramienta a nuestro favor, esto es, utilizarla como un “detonador de motivación” que nos ayude a transformar e impulsar nuestros conceptos para volvernos productivos. Ahora bien, ¿cómo funciona esto de la procrastinación? ¿en realidad puede ser una especie de “técnica” creativa? De inicio cuando las ideas fluyen, esto quiere decir que nuestro cerebro está tomando decisiones racionales, hacemos el trabajo y listo. Por el contrario cuando posponemos la idea y nos ponemos hacer otra cosa (no importa lo que sea), el cerebro está tomando decisiones irracionales, pero a su vez se está nutriendo con otro tipo de información aunque no nos damos cuenta, o por lo menos no lo hacemos consciente. Pasa el tiempo, el tiempo, el tiempo… y llega el momento de retomar el proyecto, porque ya lo pudimos visualizar (llegó la musa) o porque se acerca el deadline, ya no hay más. En el caso del deadline, el cerebro empieza a generar alarmas de “pánico”. Se activa principalmente un neurotransmisor llamado dopanima, se activa la inspiración, la creatividad, ponemos todo en marcha para volver al proyecto y ahí es cuando nos volvemos más productivos. Por su parte, cuando llega la inspiración, es simplemente porque maduró la idea, fluyó y puede materializarse. Así que, para algunos, efectivamente la procrastinación funciona como la llave que enciende el motor creativo. No importa si se ve como una “técnica” o no, o si lo vemos como parte de nuestro proceso, el objetivo como lo mencioné arriba es impulsar nuestros conceptos para volvernos productivos, pero sobre todo más selectivos y por supuesto mejores creativos. Me despido, soy Erika, ustedes que opinan? Hasta la próxima. Imagen cortesía de Shutterstock
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