Son muchas las veces que hablamos de la cara dorada de la Publicidad, esa que nos hace sentir a todos orgullosos de nuestra profesión. La Publicidad tiene multitud de bondades, jamás lo negaré, pero lo cierto es que por algún motivo, el que no se ha dedicado a ella, tiende a la popular creencia de que nuestro trabajo es un compendio de alegrías diarias. La realidad es que como toda profesión, tiene sus más y sus menos, por ello los publicitarios nos enfrentamos diariamente a situaciones incómodas y a tareas que no nos gusta desempeñar. Hoy vamos a hablar de esas verdades publicitarias de las que no solemos hablar con cualquiera, sino más bien en la intimidad de nuestro hogar o de una mesa rodeada de amigos y cervezas: *La constante exposición de tus pensamientos al resto del equipo. ¿Alguna vez habéis oído eso de “un penique por tus pensamientos”? A los publicitarios no se nos ofrece ningún penique por ellos, muchas veces ni siquiera se nos exhorta a descubrirlos de manera cariñosa, sino que más bien nos sentimos obligados profesionalmente a compartir cualquier atisbo de luz que se cruce por nuestras oscuras mentes. Para nosotros no existen los días en silencio, esos en los que no te apetece hablar con nadie y si no es estrictamente necesario no lo haces, y si por alguna razón amanecemos así, nos tragamos el malhumor, nos ponemos la máscara de las sonrisas y acudimos tan radiantes, dispuestos a sacar lo mejor de nuestras cabecitas y a compartirlo con todo el equipo. *Los horarios frecuentemente incompatibles con la vida familiar y, en ocasiones, incluso con cualquier tipo de vida social. El horario de una agencia suele estar estipulado claramente en algún lugar: cualquier cliente puede acudir a su web y consultarlo, cualquier amigo puede preguntarnos qué horario tenemos y nosotros le responderemos con lo que se acordó en nuestro contrato. Estas vías suelen ofrecernos un horario comprensible, dentro de las exigencias de cualquier trabajador, aunque también he de deciros que estos dichos distan mucho de los hechos. Para saber cuántas horas trabaja un publicitario, mejor pregúntale cuántas pizzas precocinadas ha calentado este mes en la agencia, o cuántas veces se ha enfado con su pareja en este mismo periodo por trabajar a deshoras, o con sus amigos por anular planes en fin de semana. Al menos ya no tenemos que preocuparnos por la incompatibilidad horaria con los comercios, ya que cada vez encontramos un mayor número de súper mercados 24 horas, y lo mismo ocurre con gimnasios, farmacias… *El estrés creativo. Para muchos, nuestro trabajo puede ser tarea fácil, nada comparable con la presión de dirigir un banco o algún empleo similar. Sin embargo, hay algo más terrorífico que tener que compartir tus ideas con todo el equipo, y es no tener ideas. En ocasiones todo el trabajo depende de una idea y si no aparece ninguna lo suficientemente buena por mucho que se aproxime la fecha de entrega, el equipo está en problemas. En una gran agencia con diversidad de equipos creativos esto puede ser un mal menor, pero si pensamos en el grueso de agencias (equipos reducidos en los que suele trabajar un copy y un arte, con un poco de suerte, supervisados por un director creativo o artístico), esto puede convertirse en un gran problema. *Si eres joven, la dificultad para encontrar un trabajo estable. Hoy en día parece que los puestos estables estén reservados para los directores de cada departamento, el resto (ya sean ejecutivos de cuentas, artes, relaciones públicas…) tenemos que conformarnos con contratos de unos meses, tras los cuales, debemos aventurarnos en la búsqueda de una nueva agencia en la que probar suerte hasta que decidan contratarnos indefinidamente. *Los concursos. Como todo, los concursos tienen su parte buena y en el fondo a todos nos gusta que de vez en cuando nuestros esfuerzos sean reconocidos con un premio. Sin embargo, los concursos también tienen un lado oscuro, un látigo que flagela incansablemente a multitud de publicitarios. Por un lado, están aquellas agencias que tienen como máxima principal el ganar premios, por lo que sus equipos trabajan en cada proyecto pensando cómo sería más premiable ese trabajo para x concurso, en vez de preocuparse plena y enteramente por ofrecer un trabajo excelente para las necesidades de sus clientes. Por otro lado, están todos los preparativos previos a un concurso que pueden llevar a los diferentes equipos de la agencia al límite, provocando una gran batalla campal. Seleccionar las piezas en función de las categorías, preparar unos buenos case studies, inscribirlas con el consiguiente desembolso económico… Son momentos de estrés en los que la agencia apuesta (invirtiendo tiempo y dinero extra) y espera ganar, pero no hay nada asegurado. *Explicarle a los no publicitarios a qué nos dedicamos. Ésta sin duda es una de las mayores condenas de esta profesión. No importa cuántas veces ni con cuánto empeño le expliques a tu círculo más cercano a qué te dedicas exactamente, siendo concreto e incluso enumerando algunas de las funciones que desempeñas. Siempre habrá un día en el que tu abuela vuelva a decirte eso de “pero hijo, ¿tú qué es lo que haces” o en el que algún amigo te pida ayuda para su nuevo negocio en el área de marketing. *Explicarles a los clientes por qué la Publicidad es importante y por qué deberían invertir en ella. Siempre habrá algún cliente (o incluso algún colega que tenga una empresa) que nos golpeé con la dolorosa frase “no tengo dinero para gastar en publicidad”. Es nuestro deber como publicitarios, sea cual sea la situación o el momento en el que oigamos estas palabras, dejar claro que la Publicidad nunca es un gasto, sino una inversión, ya que tras la publicidad eficaz siempre quedan unos resultados acordes con los objetivos establecidos por el cliente. *Acostumbrarse al desfase estacional que todo publicitario sufre: sacar un concepto para la campaña de Halloween mientras disfrutas del sol en la playa un caluroso día de agosto, ponerte a pensar en turrones y regalos de Navidad cuando aún está empezando a refrescar o pensar en campañas para enamorados mientras te comes la cena de Navidad. Esto es así, algo inherente al ser publicitario, y el que diga que no, miente. *Los dilemas morales que nos puede llegar a ocasionar. En una agencia de publicidad nunca sabes cuándo llegará un nuevo cliente, ni cuáles serán sus valores o su ética empresarial, por lo que podríamos vernos obligados a trabajar para la némesis corporativa de nuestros valores personales. Es una situación inevitable que nos pondrá entre la espada y la pared: no podemos desentendernos de nuestros deber, ni podemos permitir que este conflicto ético nos impida desarrollar el máximo potencial de nuestras habilidades. *Discutir con tus amigos y familiares cuando te quejas por todas estas desventajas, ya que te acabarán diciendo lo odiosa que es tu profesión, a lo que tu responderás con lo orgulloso que estás de ella y las muchas bondades que ellos no tienen en cuenta. Al fin y al cabo, para nosotros la Publicidad es como una hermana: cuando tras criticarla alguien más se mete con ella, nosotros salimos en su defensa: con tu hermano solo te metes tú. Imágenes cortesía de Shutterstock
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