Como cada año, el último viernes de enero se celebra el día de San Publicito -principalmente en España-, Patrón de todos los publicitarios a quien acudimos en nuestros momentos de máxima desesperación, pero también en los momentos en los que sentimos una mayor gratitud hacia nuestra profesión. Nuestro Santo cuenta hasta con su propia oración, San Publicito nuestro, alojada en El Confesionario Publicitario, ambos creaciones de la agencia Manifiesto: “San Publicito nuestro, que estás en la agencia, santificado sea tu naming; venga a nosotros tu idea; hágase tu voluntad en la agencia como en el cliente. Danos hoy nuestro “ok” de cada día; perdona nuestras copiadas, como también nosotros perdonamos a los que nos copian; no nos dejes caer en la procrastinación, y líbranos de pringar. Amén.” Seguro que habrá quien se cuestione por qué necesitamos los publicitarios nuestro propio Patrón santificado y nuestro día de celebración al año. Razones para celebrar, hay muchas, y más si se trata de Publicidad. ¡Ahí van las más relevantes!:
- “Cada campaña hay que lucharla”, por ello cuando Peanuts & Monkeys decidió poner imagen a nuestro Santo, se escogió este lema y la imagen de San Publicito Guerrero mediante una votación online.Sin duda, un buen representante para nuestra profesión. Cada día es una nueva aventura en la que hay que sacar nuestras armas de guerra creativa. Nuestra vida gira en torno al conocimiento de nuestros clientes y sus públicos objetivos, y nos movemos entre ellos cuáles ninjas sigilosos que tratan de descubrir todo sobre ellos para poder desarrollar efectivamente nuestro trabajo.
- Publicidad y vocación: aunque sea una verdadera pena, hay profesionales que escogieron su carrera en función de los beneficios económicos o salidas laborales que ésta le aportaría, en detrimento de lo que realmente le apasionaba y por lo que sentía verdadera vocación.En Publicidad, estas cosas no pasan. El que estudia Publicidad lo hace porque admira esta bella profesión y el arte de comunicar. Tal vez, porque le fascine la idea de ser famoso y ganar premios, aunque este hechizo suele durar poco y, tras ello, o aman profundamente el verdadero sentido de la Publicidad, o abandonan el barco publicitario. Por tanto, me atrevo a afirmar con rotundidad que no hay publicitarios sin vocación.
- Santa es nuestra paciencia: entre todo tipo de clientes, muy variadas personalidades entre nuestros compañeros, muchos individuos con aires de grandeza, infinitos cambios en nuestro trabajo que eternizan cualquier encargo y que siempre llegan cuando te queda 1 minuto para abandonar tu puesto de trabajo, la mayor virtud del publicitario es la paciencia.Tenemos interiorizado lo de respirar hondo y contar hasta diez, somos expertos en mordernos la lengua para evitar discusiones innecesarias. Tampoco tenemos dificultad en esperar un poco más antes de parar a comer o de irnos a casa, ni en viajar en el tiempo cuando nos dicen que era para ayer. Paciencia es sin duda nuestro segundo nombre.
- Aprendemos de nuestros errores a la fuerza. Realmente, aprendemos de todo lo que nos rodea: quizás en otras profesiones los errores se puedan ignorar, sorteándolos sin aprender de ellos. En Publicidad es inevitable, solo de esta manera podremos mejorar nuestro trabajo y crecer profesionalmente en este sector.La humildad es necesaria, a pesar de lo que muchos creen. Entendemos que siempre nos quedará algo por aprender, y que el que nos enseñe algo nuevo puede ser la persona más inesperada. Los buenos publicitarios enseñan y aprender de sus discípulos o becarios y de sus compañeros. Nunca dejamos de ser aprendices, aunque nos convirtamos en maestros.
- No sabemos rendirnos. Desde que empezamos a estudiar Publicidad recibimos muchos y muy diversos “no”: al presentarnos a concursos, al exponer nuestras ideas a compañeros o profesores, al buscar nuestro primer trabajo…
También en el mundo laboral el “no” forma parte de nuestro día a día, pero no por ello nos permitimos sentirnos hundidos o frustrados. Cada “no” nos abre una nueva oportunidad para seguir intentándolo, y no hay nada que nos guste más a los publicitarios que asumir retos.
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