¿A quién no le ha tocado hacer cambios en sus propuestas de diseño? supongo que todos pasamos por ahí, pero… ¿cómo manejarlos? Veamos. Hay cambios que ayudan mucho a la configuración de nuestra pieza de diseño, hay otros que en perspectiva no aportan alguna mejora. Nuestro proceso creativo enmarca las alternativas que presentamos al cliente. Habrá unos que presenten solo una alternativa y esa se queda como pieza final. Otros presentan quizá dos o tres diseños y el cliente escoge uno, no altera el concepto pero pide que se combine algunos elementos de las propuestas entregadas, y esa es la que se queda al final. Estos son dos escenarios muy comunes, pero en realidad todo empieza cuando nos preguntamos, cuántas propuestas le voy a formular al cliente, y cuántos “cambios” estoy dispuesto a realizar. ¿estoy convencido que algún cambio mejorará la pieza, o conservo la idea original? Empecemos por el primer escenario. Entrego una sola pieza y esa se queda. De antemano el cliente ya sabe que recibirá un diseño y no habrá cambios… porque es la mejor alternativa que recibirá (sobre cualquier otra) y es la que cubrirá su necesidad. Es decir, la calidad en este caso debe ser inmejorable. Con base a nuestra experiencia, debemos estar convencidos que nuestro proceso creativo es altamente asertivo… y debemos darle esa seguridad al cliente para que nos dé completa libertad. En el segundo escenario. Somos flexibles y presentamos dos diseños, por ejemplo, el que nos gustó y el que no nos gustó pero puede funcionar, y claro el cliente escoge el que no nos gustó. Ojo, antes de visualizarnos felices y contentos apagando el monitor, nos pide hacer “cambios”. Digamos, en el flujo de navegación en su “diseño flat”.. lo quiere “un poquito más dinámico”. Pues bien, aquí es donde deben de surgir las preguntas que mencioné arriba: ¿estoy convencido que ese cambio mejorará el diseño? ¿le aportará valor a la interfaz, a la información, al mensaje? Si la respuesta objetiva es sí, no tendremos dudas, lo haremos y produciremos un mejor diseño, un mejor proyecto. Ahora al contrario, si la respuesta es no!, entonces necesitamos persuadir con argumentos sólidos a nuestro cliente, diciéndole por qué no haremos esos cambios y por qué funcionará mejor sin esas modificaciones que nos sugirió. El diseño por naturaleza es moldeable, tiene tantas posibilidades como diseñadores habemos, el cliente decide cuál toma. No se trata de ser flexibles o inflexibles, se trata de ofrecer soluciones y acortar lo más que podamos el abanico de propuestas porque incluso nos podemos desviar del objetivo. El punto es ser más productivos y certeros. En lo personal, yo siempre agradezco la libertad creativa. Me despido, soy Erika, ¿ustedes qué opinan? ¿cómo manejan los “cambios” en sus proyectos? !Hasta la próxima! Imagen cortesía de Shutterstock
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