Cuando somos parte del mundo creativo decimos que la publicidad no nos afecta, que ya nos sabemos los trucos de memoria y que no caeremos jamás en el sucio juego del 2×1 o el 50% off, sin embargo, hace un par de días me topé con algo muy interesante. Si acostumbras leerme, sabrás que escribo mucho acerca de centros comerciales –sino, te invito a leer varios de mis artículos que sé te interesarán- dichos espacios son el núcleo de anécdotas infinitas y eso me ha permitido ser espectadora de cómo cada uno de nosotros cae en la telaraña del engaño publicitario. No es lo de siempre De alguna manera u otra todos sabemos que la publicidad engañosa existe, que te venden un mundo maravilloso pero cuando por fin lo compras, se desvanece ante tus ojos, afectando el compartimiento del cliente y posteriormente la imagen de la marca. Pasa igual con la publicidad ilícita, que vulnera valores y derechos valiéndoles un plátano constituciones, decretos, etc. de una manera preocupante, pues la denigración de personas, empresas o actividades si repercuten en la experiencia final del consumidor, no obstante, a lo que me refiero en esta oportunidad es en otro nivel de engaño. Con licencia para mentir Somos seres tan complejos que ni siquiera nos entendemos los unos a los otros –a veces ni yo me entiendo- y no sé si es porque imaginan que ganamos millones y millones por la marca que representamos, pero la realidad es mucho más cruel que lo que conjeturan.
- Obviamente todo es mentira: Al menos la parte “más bonita” lo es, gente que se rasura sin tener vellos, súper hamburguesas que al final solo tienen lechuga y mayonesa, la felicidad hecha servicio pero que cuando acudes al mismo lucifer es quien te atiende, campañas “verdes” más negras que la noche, gente perfecta que nunca conocerás y puedo seguir todo el día. La mentira está, tú la ves y la conoces y aun así queremos seguir viendo mentiras y comprarlas a gusto.
Work, work, work, work, work.. Sí, hay campañas y días en los que se trabaja arduamente, pero no todo el tiempo es así. Existe la creencia que mientras más trabajo mayor es el éxito, dime tú si ¿contratarías una agencia con una cartera de clientes escasa o sin relevancia? Sé que no, pero aquellas cuyo sello aparece hasta en la sopa solo dan a entender que no es pasión por el trabajo sino por el DINERO y eso no atrae clientes.
- El dinero va primero, luego la creatividad: Y es la realidad, aunque es poco ético que lo mencione, es la puritita verdad. Mientras más inviertas en nuestros servicios, mejores lo haremos por ti –porque para lo demás está tu sobrina que sabe llevar Facebook y tu primo que “diseña” en Power Point-.
Con el bombillo apagado Ni todos los que trabajamos en medios somos bellos, ni los diseñadores son grandes pensadores ni los de mercadeo tienen personalidad única, aunque se suele creer el cliché, no todo los “creativos” realmente lo son –aunque ganen el sueldo de uno-
- La creatividad no viene de todos: Las buenas ideas que surgen en equipo vienen de experiencias, de sueños, de experimentos pero lo que realmente hace la diferencia, es el número de ideas geniales que puede tener una persona a la que sí podemos llamar “creativo”.
¿Who’s your daddy? Muchos se excusan en la frase “el cliente siempre tienen la razón” aun cuando ese concepto está más que desfasado. En cuestiones digitales se puede llegar a pensar que nuestros usuarios son los que tienen la razón respecto a opiniones, experiencias, etcétera y la realidad es otra.
- El cliente no manda: Se puede creer que como en sus inicios los consumidores eran quienes marcaban la pauta en cuanto a las necesidades, pero ahora ¿será que nadie sabe qué es big data?, será que con toda esa información que las empresas tienen de nosotros ¿no les da suficiente poder? Mmm.
Lo nuevo es lo mejor El mundo digital es bastante complejo, lo único que sí sabemos con seguridad es que en la web, nosotros somos los que creamos, generamos y segmentamos aun sin quererlo. Todo este asunto de tener presencia en la www y que la interacción es lo primero, sin duda es de doble filo.
- Con la publicidad no se interactúa: ¿Cuántos de los que entramos a Youtube cliquea un vínculo para ver una publicidad en otra ventana que no sea por equivocación? nadie quiere interactuar con un anuncio. El CTR de un banner está por debajo de uno por mil y sí, digamos que ver tu marca ahí estampada en el home de una página puede ser llamativo, pero no existe algo tan como “interacción con el banner que invertí y busco me de ganancias en 24 horas”.
Imagen cortesía de Shutterstock
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