En los últimos años, México ha vivido una realidad bastante dura. La violencia de género, si bien no era un secreto, no había tenido tantos reflectores como ahora. La última época oscura en este tema fue hace poco más de 10 años cuando Ciudad Juárez era el foco rojo para las mujeres, todos los días desparecía una mujer e incluso actualmente muchas de esas desapariciones siguen siendo un misterio sin resolver.
Por si fuera poco, la desigualdad de género y la discriminación a las mujeres son la sal y la pimienta en este buffet de impunidad que se vive en México. Hablo desde condiciones laborales hasta académicas. Gracias a esta revolución mediática que se ha visto manchada de sangre en muchos de los casos, la violencia de género y la desigualdad entre hombres y mujeres han dejado de ser un tabú; hoy los mexicanos hablamos de estos temas con mayor apertura, quizás siendo testigos de la pasividad de un gobierno que simplemente hace oídos sordos a una sociedad que exige medidas preventivas y correctivas. En el marco de esta lucha de géneros y gobiernos, algunas de las medidas para estabilizar la balanza en nuestro país han venido de frentes que poco a poco se han preocupado por temas sociales que aquejan a nuestro país. Tengo que admitir que soy uno de los principales críticos de la Federación Mexicana de Fútbol por la infinidad de malos manejos y ridículos históricos que ha realizado en el balompié mexicano. El último gran paso a la “vanguardia” que nuestro fútbol dio fue la creación de la Liga de fútbol femenil o como la llaman los medios de comunicación la “Liga MX femenil”. Esta liga, por increíble que parezca, es un paso gigantesco en México, pues a pesar de ser un país que vive el fútbol como muy pocos, este estaba negado para las mujeres deportistas de nuestro país. Muy a pesar de que, en diversas representaciones en mundiales de fútbol femeniles se han realizado actuaciones por demás decorosas; esto tomando en cuenta el nulo desarrollo del fútbol femenil y aún con esta adversidad, esta selección ha logrado meterse a instancias finales en varios mundiales de la categoría. Incluso puede presumir de haber sido, en 1971 subcampeona del mundo al no poder doblegar a su similar de Dinamarca (Flores, 2016). Basta recordar a Maribel Domínguez “Marigol”, quien fuera la figura por varios años de la selección y que además, tuviera un paso trascendental por el Barcelona femenil, lejos de un país que no volteaba a ver a sus mujeres futbolistas. Pues bien, esta negativa llegó a su fin con la creación de la Liga MX femenil que cuenta con 16 de los 18 equipos varoniles de la primera división mexicana. Solo el Club Puebla y Lobos BUAP no cuentan con representantes femeninas en este torneo pero se espera que en futuras ediciones, éstas debuten y así se conforme un liga aún más competitiva. Si bien la creación de la liga era un paso importante, la difusión de ésta dejó un amargo sabor de boca para muchos de los que confiaron en el proyecto. Fueron pocas las televisoras que ofrecieron cobertura al torneo y muchos cotejos de este certamen pasaron sin pena ni gloria por los programas deportivos de las cadenas televisivas de nuestro país. Las que dieron cobertura hacían poca difusión a los partidos y así como en los programas de televisión, muchas personas seguían sin conocer la existencia de esta liga de fútbol. En algún momento tuve la oportunidad de ver un partido entre Pachuca y Xolos de Tijuana, recuerdo bien que el partido se jugaba en las instalaciones de Pachuca pero con una diferencia abismal. Las chicas no jugaban en el estadio Hidalgo en donde sí juegan los tuzos de primera división, el partido se llevó a cabo en una de las canchas de preparación del conjunto hidalguense. Parece un poco exagerado pero si estamos buscando igualdad ¿por qué no permitir que el equipo femenil juegue en el estadio Hidalgo? Si bien, la venta de boletos sería considerablemente menor, la importancia que se le da a un partido de esta debutante liga sería equiparable al de un equipo de primera división varonil. Fue hasta las instancias finales en que los estadios de la primera división nacional abrieron sus puertas para albergar los partidos de la liguilla femenil. Tanto Pachuca, Chivas de Guadalajara, América y Tigres jugaron en los estadios donde comúnmente juegan los equipos de primera división varonil, lo mejor fue que la entrada para los cotejos fue mucho mejor de la esperada. La final la disputaron las Chivas del Guadalajara y las Tuzas del Pachuca. Los dos encuentros tuvieron una asistencia por demás impresionante para una liga que aún tiene claros oscuros y una infinidad de detalles por mejorar. La historia se hizo presente con la coronación del Guadalajara que derrotó 3-0 a un equipo de Pachuca que no supo mantener la ventaja global. Hoy, la primera oncena de mujeres campeonas en el fútbol mexicano es de Guadalajara y es un mérito absoluto tomando en cuenta la pobre historia que tiene el deporte femenil en nuestro país. Deportivamente, la liga femenil ha marcado el inicio de una historia que puede significar un gran paso social en México, pero sigue existiendo un punto sumamente criticable y son los salarios entre jugadoras y jugadores de fútbol. Hoy por hoy, André Pierre Gignac, delantero francés del equipo Tigres de la UANL percibe un salario de aproximadamente 4.2 millones de dólares anuales, que equivaldrían a unos 77 millones 932 mil 260 pesos al año (El Universal, 2017). Por si fuera poco, Oribe Peralta, delantero del Club América se erige como el mexicano mejor pagado de la liga nacional, ganando 46 millones 388 mil pesos al año. (El Universal, 2017). La otra cara de la moneda es la liga femenil en la que jugadoras como Nayeli Rangel (Tigres), Cecilia Santiago (América) y Mónica Ocampo (Pachuca) todas seleccionadas nacionales ganan cerca de mil 600 dólares al mes, equivalente a 29 mil 688 pesos aproximadamente; que al año se traducen a 356 mil 266 pesos (El Universal, 2017). Esto en el caso de jugadoras de selección nacional que además cuentan con escasos patrocinios deportivos. El resto de las futbolistas, casi en su totalidad perciben salarios de no más de 6 mil pesos al mes (El Universal, 2017), es decir, una jugadora profesional de fútbol sin ser seleccionada nacional, está ganando un salario similar al de un oficinista promedio y quizás un poquito más, entonces ¿Por qué pagar menos a una mujer por hacer lo mismo que un hombre dentro de la cancha?. Dinamarca han dado un golpe fuerte de autoridad al negarse a jugar un partido correspondiente a las eliminatorias europeas para el Mundial de 2019, esto con el fin de exigir un aumento económico en los salarios de sus jugadoras. Este hecho ocasionó que la organización deportiva danesa acordará hacer una inversión de 270 mil euros más al año para el equipo femenino y un aumento del 60% en los premios de cada torneo disputado (El Universal, 2017). La pregunta es ¿México está listo para dar el siguiente paso con sus equipos femeniles? Por lo pronto, queda esperar el próximo torneo y que las campañas de difusión de este mejoren considerablemente. Sin duda alguna, la expectativa por la próxima edición irá creciendo y yo solo espero que pronto Puebla tenga representación en este torneo, pero sobre todo, que las condiciones para las jugadoras sean mejores en cada edición, que los patrocinios se arriesguen a confiar en estos equipos y que pronto podamos estar hablando de que el deporte en México hizo un cambio por una mejor sociedad. FUENTES: Mondragón, A. (2017) Abismal diferencia de salarios entre liga femenil y varonil. Recuperado de: http://www.eluniversal.com.mx/universal-deportes/futbol/chivas-femenil-con-sueldos-de-la-patada Flores, G. (2016) El otro mundial. El campeonato internacional de fútbol femenil en México, 1971. Recuperado de: http://relatosehistorias.mx/numero-vigente/el-otro-mundial
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