El marketing es una de las mejores herramientas que puede utilizar un negocio. Les da la oportunidad de crear una imagen, de promocionar y vender un producto, generar campañas de lealtad y estar en comunicación constante con sus clientes. Todo esto puede suceder de maravilla si se sabe hacer, de lo contrario, puede salir tan mal que el menor problema es haber perdido dinero. Podemos pensar que las grandes empresas ya tienen muy claro como hacer sus campañas y determinar sus estrategias, pero esto no necesariamente es cierto; la diferencia entre una empresa grande y una PyME es que las primeras llevan más tiempo haciéndolo que las segundas, lo que los ha hecho equivocarse, aprender y modificar una campaña, un slogan y hasta su imagen. Cuando un emprendedor inicia un negocio, todos a su alrededor tienen algo que opinar sobre qué hay que hacer y cómo hay que hacerlo (sepan o no del tema) pero la mayoría siempre vamos a escuchar que lo primero que hay que hacer es encargarnos del nombre y la imagen para que las personas nos empiecen a reconocer y nos empiecen a comprar. Esto es cierto, la imagen de una marca o empresa es lo que va a ayudar a los consumidores a identificar a un nuevo competidor en el mercado y lo que hará que los familiares y amigos que ya nos compran, nos puedan recomendar con sus familiares y amigos. Pero no solo nos tenemos que encargar de tener un logo que se vea bonito y un nombre que sea fácil de recordar, existen muchas cosas de marketing que hay que tener en cuenta y no es hasta que necesitamos de ellas que las hacemos. Hace poco más de dos años que inicié la consultoría, hice todo lo que tiene que hacer uno para poder empezar un negocio; identifiqué a mi mercado, establecí los servicios con sus respectivos precios, investigué a mi competencia, hice la proyección financiera y me asesoré legalmente para poder tener todo en orden. Gracias a unos amigos encontré a un gran diseñador que me ayudórketing, diseño, web, con el diseño del logo y de la página web, abrí las redes sociales aplicables y estaba lista para empezar. Conforme fue pasando el tiempo, me di cuenta que había muchas cosas que no había tomado en cuenta, por lo que he decidido compartirlas y evitarle a alguien ese trago amargo y la pérdida de tiempo (y dinero) que implica no hacer las cosas en el orden correcto.
- SEO en mi página web. En mi mente ya tenía el esquema de cómo quería que fuera mi página (¡incluidas las imágenes!), lo único que hacía falta era sentarme a escribir el contenido. En este momento ya tenía personas preguntándome en dónde me podían encontrar y si tenía una página; como quería quedar bien me apresuré a redactar todo lo que quería que mis prospectos supieran de la consultoría, mandarlo al diseñador para que lo subiera y listo. Por andar a las carreras, no incluí la estrategia de SEO que había diseñado. Gravísimo error. Este descuido hizo que tiempo después tuviera que rehacer el contenido, reenviárselo al diseñador y al programador para que lo subieran lo más pronto posible (costándome lo equivalente a mi urgencia). La primera moraleja aquí es que hagamos las cosas bien y con tiempo desde el principio; nadie nos va a juzgar si las cosas salen en el tiempo establecido o no, por que ellos no saben cuál es nuestra planeación ni cuando tiene que suceder. La segunda moraleja es que todos tus textos, artículos para el blog, copy y contenidos deben de estar escritos con tu estrategia SEO en mente. Te ahorra mucho trabajo después y te dará muchos beneficios.
- Manual de identidad. Un manual de identidad no es nada más tener un logo y que se vea bonito, es tener las instrucciones de cómo se debe de usar ese logo, con que colores, la tipografía, el slogan y las aplicaciones para los diferentes canales de comunicación. Cuando mi diseñador me pregunto que si quería el manual de identidad de la consultoría le dije que no, pensando en dos cosas: que no tenía el presupuesto para hacerlo en ese momento y que no lo necesitaba (al ser sólo yo, como para que). Cuando empecé a tener proyectos grandes y necesitaba de alguien que me ayudará aunque fuera a hacer las presentaciones, me hubiera venido bien tener el manual de identidad para optimizar los tiempos y no tener que estar explicando y/o revisando si el logo esta bien colocado o si tenía que ser negro en lugar de a color.
- Descuidar las redes sociales. No importa si eres emprendedor o freelance, tener un espacio en el que puedas mostrar tu trabajo a clientes prospectos ya es prácticamente una obligación. Cuando la consultoría no tenía muchos clientes, religiosamente hacía mis publicaciones y me tomaba mi tiempo en hacer la batería de contenido y las programaciones. Cuando el ritmo de trabajo empezó a incrementar, las publicaciones empezaron a disminuir y únicamente publicaba los artículos que me parecían interesantes y lo hacía sin ninguna programación o continuidad entre los contenidos. Ya sea que lo hagas tu o que contrates una agencia, el contenido de tus redes sociales debe de ser constante y relevante. Como se dice por ahí, más vale calidad que cantidad; pero si publicas una vez al año, no servirá de nada.
- No saber cual era mi funnel de ventas. A todos nos ha pasado, empezamos un negocio e inevitablemente nuestros primero clientes son aquellas personas de nuestro círculo cercano (amigos y familia) y conforme vamos creciendo este círculo se va haciendo más pequeño y necesitamos buscar clientes en otros lados. La respuesta a la pregunta implícita para encontrar más clientes viene de conocer a nuestro mercado y saber en dónde está, que páginas busca, que contenido ve en redes sociales y, la mejor de todas, como le podemos ayudar. Una vez que identifiqué cual era mi funnel de ventas, pude concentrar mi energía en crear contenido que fueran de interés para mi público y en hacérselo llegar.
Aunque la vida del emprendedor esta hecha de cometer errores y arreglarlos, estas son las 4 cosas que me hubiera gustado saber antes y no tener que aprender a la mala. Lo bueno es que el haber cometido estos errores me ha llevado a aconsejarle a otros emprendedores que lo tomen en cuenta y a encontrar a personas que me comparten sus propios errores para no cometerlos.
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