No hagan de las convicciones y necesidades de la gente una moda para malbaratarse. Esta ocasión quise escribir respecto a esta idea porque nos encontramos con el lanzamiento de un producto que, a muchas, incluyéndome, nos ofendió.
No me opongo a que las marcas participen en los intereses de ciertos grupos. El marketing social, por ejemplo, es el resultado de dicha colaboración. Lo inconcebible es que un negocio quiera adornar su gama de productos tomando la voluntad de alguien más.
Me atrevo a asegurar (tanto por los testimonios de aquellas usuarias de la copa menstrual, como por los comentarios que hay en la publicidad) que lo que nos enfurece de la Prudence Softcup, es que, fabricar una copa menstrual desechable, contradice su concepción y el propósito de su uso.
La molestia no radica en una postura radical e inamovible, como también otras mujeres han señalado. Lo que sucede es que con la copa menstrual reutilizable muchas mujeres vemos otra alternativa y hasta una forma de oposición a lo que daña nuestro cuerpo y al medio ambiente.
Las toallas sanitarias y tampones han tenido un impacto tóxico importante tanto en el medio ambiente como en nuestro cuerpo. De acuerdo con el Instituto Nacional de las Mujeres en México: “Las mujeres menstrúan en promedio 40 años. En cada ciclo pueden llegar a utilizar aproximadamente 20 tampones o toallas, para un gran total de alrededor de 9,600 de estos elementos durante su vida.”
Estos productos desechables tardarán aproximadamente 400 años en desintegrarse. Cada uno. Y es doloroso saber que el mismo daño lo hacen en nuestro cuerpo. El caso más sonado fue el de la modelo Lauren Wasser, quien perdió la pierna derecha tras un shock tóxico por usar un tampón.
Una manera de negar estos daños ha sido optar por la copa menstrual, porque reduce en gran medida los efectos negativos que otros métodos provocan. Está fabricada de silicona médica que, usándola con la debida higiene, no es tóxica con nuestro cuerpo, y tiene una duración efectiva de 10 a 15 años.
Una copa desechable le arrebata toda la iniciativa con la que ha nacido esta opción y por eso estamos enojadas. Porque comercializar con las aspiraciones es ofensivo, significa no respetar las ideas y la labor que de este lado se está realizando. Lo más delicado de la situación es que, aún con un índice mayor de respuestas negativas, Prudence For Her decidió seguir haciendo caso omiso de las quejas y argumentos de miles de mujeres.
La falta de oído y conciencia en el impacto ambiental y de salud le valió a esta marca perder la confianza de muchas mujeres. Así que, parafraseando sus propias palabras, si “yo escojo a quién me doy”, yo escojo que le den a Prudence.
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