Cuando somos pequeños nuestro desarrollo es formado a base de juegos, gran parte del aprendizaje psicomotriz, intelectual y emocional del niño está fincado sobre el juego.
A diferencia de lo establecido por la cultura, el juego no es exclusivo de los niños. Todo ser humano independiente de su edad tiende a divertirse. Ya habíamos abordado el tema del chiste como generador de ideas; que mediante el análisis abstracto de su estructura, lleva a un momento de esclarecimiento que resulta en la risa, si es que es una buena broma.
El juego siempre ha estado presente a lo largo de la historia; es una de las actividades humanas más antiguas que aparece mucho antes del desarrollo del lenguaje incluso. Es resumen, el juego es toda aquella actividad que en el progreso de la misma produce diversión.
Existen distintos tipos de juegos y no todos están relacionados directamente con aprendizaje. Según Roger Caillois basado en los conceptos griegos, hay cuatro clases básicas de juego: Competencia (lucha entre individuos), Suerte (decidido por el azar), Mímica (se juega a creer) y Vértigo (trance que libera adrenalina), los cuales al pasar de los años han tenido diversas variaciones.
La implementación del juego puede ser de gran beneficio en equipos de trabajo para lograr una meta en común; una práctica muy útil no sólo en creativos sino en cualquier grupo que demande resultados..
El juego ha estado estrechamente ligado a la creatividad por ser actividades esenciales para sobrellevar la vida y en muchas otras ocasiones, necesarias para darle sentido a las cosas.
Debido a que el juego es una manifestación que tiene su finalidad implícita, es muy sencillo quedar envuelto en él; ya sea en juegos de azar, deportivos o los actuales videojuegos, es fácil perderse horas en su práctica hipnótica.
Otro ejemplo de ello es la práctica japonesa de la papiroflexia u origami. Para los japoneses, el objetivo de este pasatiempo está en el proceso del mismo y el placer que éste causa en el individuo. Un recurso muy utilizado en lo pedagógico y terapéutico.
En su libro Cracking Creativity, Michael Michalko propone una serie de juegos y ejercicios para encontrar nuevas combinaciones en las cosas, explorar otros mundos; o formar juegos de palabras, visuales o de rol para descubrir otras posibilidades en la resolución de problemas. El juego estimula la capacidad de razonamiento y agiliza el pensamiento reflexivo, mediante asociasiones libres podemos realizar conexiones que estimulen nuestra creatividad.
Recordemos que cuando jugamos también reímos y esto es favorable para nuestro cerebro. Al experimentar el juego en lo individual o grupal, no sólo desarrollamos nuestras capacidades perceptivas, sino que visualizamos aquello que puede llegar a ser. Todo juego desarrolla nuestra imaginación e incrementa la relación entre realidad y fantasía. Asimismo ejercita la memoria y estimula el nivel de atención debido a las recompensas que éstos generan.
Convertir nuestro trabajo en un juego no es una acción literal, sino un complejo ejercicio de incorporación primeramente individual y posteriormente colectivo. Las juntas creativas son un juego de posibilidades, los pitch son un juego de competencia, hasta la propia persuasión hacia los clientes sobre un producto en el mercado podría ser una representación lúdica de ganar su atención. Aplicar los preceptos divertidos en lo laboral, es una práctica cada vez más utilizada en compañías como Google, Facebook, Amazon, Starbucks, entre muchas otras.
Ahora ya lo sabes, déjate de juegos y ponte a trabajar.
Comentarios