Al momento de sentarnos en la mesa, ¿qué es lo primero que llama nuestra atención?
Muchos dirán que sin duda el producto final, el resultado y su exquisito sabor a gloria. Quizás otros noten los utensilios con los cuales van a dividirlo. Por otro lado están los que aplaudirán a las manos que los hicieron, siempre enfocados a el “cómo quedó” y no a las horas de preparación. Existirán también aquellos que se fijen en el olor, en cómo se les eriza la piel cuando sienten que el final está cerca, que lo pueden ya saborear sin antes haberse servido.
Todos tenemos una forma distinta de percibir aquél momento, el final de todo, pero pocos se concentran en el proceso, en cómo se llegó a maravillar a tantos y por qué este resultado es distinto a otros, qué es lo que se hizo distinto y cómo yo, alguien que apenas está empezando, puede llegar a prepararse lo suficiente como para lograr algo al menos un poco parecido a esta gran excelencia que se sienta frente a ti.
Yo he venido a decirles que el éxito, el producto final, no es más que la suma de un esfuerzo inmensurable, de manos cansadas, de ojos dormidos, de sueños logrados, de madrugadas, silencios, gritos, risas y molestias. Es el resultado de días sin saber qué hacer y días tratando. También es el primer papel donde se escribió la idea por primera vez. Los que vemos el éxito y queremos conocer su proceso antes de probarlo somos quienes sentamos precedentes y los que nos atrevemos a soñar.
No existen recetas, mucho menos un manual que te explique cómo, cuándo o por qué debes lanzarte a intentar, pero existe un ingrediente que jamás podrá faltar. A lo largo de este escrito lo he mencionado una y otra vez, entre líneas pero está ahí y es la razón, el principio y el fin a la vez: las personas. Todo empieza con un sueño, con las ganas de mejorar, de ser distintos y de destacar. Las herramientas pueden variar el tamaño, precio, color y calidad, pero si tienes un equipo adecuado que esté dispuesto a aprender contigo, lo tienes todo y no necesitas más.
Detrás de ese valioso resultado se encuentran los sueños de un grupo de personas que jamás puso los pies en la tierra o bajo la cabeza del cielo. Son ellos quienes, con la inspiración necesaria, son capaces de cambiar el mundo. Son marketeros, creativos, redactores, CMs, CEOs con fuerza en su mirada. Quienes se conforman con el resultado son quienes no comprenden que en el proceso se encuentra lo más preciado, la calidad humana, el meollo de todo el asunto y la razón de ser del producto final. No basta con deleitarnos con lo que está en la mesa, también necesitamos emocionarnos por el desastre que queda atrás, por las horas sin dormir y por todo el tiempo que se experimentó hasta lograrlo.
Hoy, aplaudo más que nunca a las nuevas mentes innovadoras que son capaces de revolucionarlo todo con una idea, y saben que la perseguirán hasta poderla disfrutar junto a otros grandes en la misma mesa. Lo increíble empieza aquí y ahora. Soy creativa, y hoy sé que seré capaz de ver a este mundo ser distinto.
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