Antes de la toma de poder de la nueva administración, se declaró con bombo y platillo que los medios públicos habrían de cambiar de manera radical para convertirse en la BBC de por acá. Y si bien aún existían tornillos que apretar por lo menos el Canal Once caminaba bien hasta el 1º de diciembre de 2018.
Seis meses después, nos hemos dado cuenta que no hay ni el presupuesto, ni las intenciones de que esto suceda. La cultura es lo último que importa a esta administración, independientemente de qué tan buenas sean realmente las intenciones de Jenaro Villamil.
Villamil un crítico y analista de medios, reconocido, respetado y admirado en ciertos sectores de los medios y el periodismo, se ha dado cuenta que es muy diferente ser un gran conocedor a ser protagonista y responsable de los medios públicos del país. A Villamil le entregaron un organismo, el SPR (Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano) en ruinas, literalmente, ya que, el edificio del organismo resultó dañado en el sismo de 2017 y fue abandonado para que el organismo se repartiera como arrimado en diferentes estancias de otros medios públicos como Canal Once o Televisión Educativa. Pero, por otro lado, se ha tenido que enfrentar a los recortes de presupuesto y al poco o nulo interés que el presidente tiene por la cultura de nuestro país.
Como sucede al inició de cada gobierno en México, el movimiento de piezas en el interior de los diferentes medios públicos coloca en puestos importantes a simpatizantes del régimen y los conductores de los programas de opinión e informativos son removidos para que sus espacios sean ocupados por los ‘elegidos’ del nuevo gobierno. En el caso del gobierno del presidente López Obrador no ha sido diferente: han llegado a los medios periodistas y analistas criticados, censurados en su momento en los sexenios pasados y hasta rechazados por sectores de supuesta izquierda como sucede en el caso de John Ackerman, a quien en su momento hasta Carmen Aristegui le dio la espalda cuando en MVS le pidieron deshacerse de colaboradores de buenas a primeras.
Lo que es importante reconocer al gobierno de López Obrador, es que independientemente de comportarse como un gobierno del pasado, por designar al dedazo a algunas de las caras y voces de los medios públicos, ha permitido —tratando de demostrar cierta libertad de expresión— mantener, por lo menos hasta el momento, a analistas y columnistas críticos del gobierno de López Obrador como Ricardo Raphael, Leonardo Curzio, José Antonio Crespo, Francisco Paoli Bolio, Ezra Shabot, María Amparo Casar y eso como televidente se agradece. Las renuncias de las dos principales caras informativas de los medios públicos antes de la toma de poder de López Obrador, demuestran lo importante que es para el aparato del presidente tener control sobre la información e imagen que se difunde de él en los medios públicos y la real censura que existe en los mismos. Tanto Adriana Pérez Cañedo cara del noticiero estelar de Canal Once a lo largo de 23 años, lo que significa que trabajó durante gobiernos panistas y priístas sin problema, por su parte Nora Patricia Jara que fue la voz del noticiero matutino del IMER durante más de nueve años siendo otra figura transexenal. En estos casos los funcionarios de carrera no existen para López Obrador, como muchas veces no existieron para el PRI o para el PAN. Algunas de las señales que ha mandado la administración del presidente López Obrador es que prefiere en el caso de los noticieros y comentaristas caer sobre blandito, como lo ha hecho en las conferencias mañaneras donde el número de medios desconocidos y sembrados siempre le hacen preguntas que no lo comprometen y por lo general son pueriles e inocuas, mostrando la falta de rigor periodística de quienes cuestionan al mandatario.
Regresando a lo que sucede en los medios públicos, la verdad es que a pesar de que tecnológicamente se muestran sanos, transmiten vía streaming, Youtube, mantienen archivos on demand, en materias de contenidos no son nada de lo que se nos prometió.
Un hombre con gran experiencia en los medios es el director del Canal Once: José Antonio Álvarez Lima, que fue director de noticias del Canal 13 y de operaciones del Canal Once y en su momento fungió como titular de IMEVISION, eso sin contar que fue gobernador del Estado de Tlaxcala y Senador de la República tanto por el PRI, como por Morena. La actual pobreza en la oferta de contenidos nacionales o producidos por el canal no está a la altura del funcionario y si uno consulta la página del Canal Once no se ve nada interesante o diferente a los contenidos oficiales, ni al aire, ni en ciernes. Algo similar sucede en el Canal 22 donde la experiencia de Armando Casas, director de cine, poco parece aportar a la oferta cada vez menos atractiva, repetitiva y extranjera del canal. El talento está ahí, el conocimiento también, falta el presupuesto.
No es que los canales públicos tengan que estar exentos de producción extranjera, pero lo que da valor a un medio público es la calidad de la producción propia. Sus sistemas de noticieros que no sean serviles al gobierno, sus series sean extraordinarias y con extraordinarios valores de producción y lo mismo con su oferta de programas de opinión. Los talentos o conductores deben saber desenvolverse frente a las cámaras y los guionistas conocer los suficiente de lenguaje cinematográfico para no quedarse en aburridos guiones literarios. Muchas veces al ver programas sobre todo de la barra matutina del Canal Once, del 22 y de la televisión educativa, parece que en México la televisión se estancó en los años sesenta del siglo pasado, pésimas escenografías, tremas que resultan anodinos y lugares comunes, conductores amateurs.
En un momento en que se proclama desde la presidencia la austeridad y cosas aún más extremas, es muy difícil y comprensible que la Secretaria de Hacienda no tenga dinero para el SPR, ni para ninguno de los medios que depende de él. Por lo que, tanto Jenaro Villamil como los directores de los medios tienen que empezar a reunirse con diputados y senadores porque es urgente explorar nuevas posibilidades para un cambio en la manera de financiamiento de los medios públicos en México, si en realidad se quiere crear un sistema capaz de competir o al menos de replicar de manera honrosa a la BBC, NHK, rtve, CBC, PBS. Con producciones de calidad, que además se vuelvan un producto atractivo para los mercados de los medios a los que se aspira emular.
Uno de los primeros relevos del sexenio fue la destitución del director del Canal 14, el verdadero elefante blanco de los medios públicos en el país, Fernando Coca, a quien un par de meses antes el presidente López Obrador designó en su puesto al mismo tiempo que a Villamil y con las mismas instrucciones. Coca fue despedido por denunciar corrupción al interior del SPR y de su presidente Jenaro Villamil quien se negó a investigar la mala gestión y la posible corrupción de su antecesor. Nada pinta para que la promesa de la BBC se cumpla, espero equivocarme, pero todos sabemos que si al gobierno de López Obrador no le importan la ciencia, la promoción turística, la cultura o el cine, mucho menos una industria como la de la televisión.
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