El día de hoy, en punto de las 7:30 de la noche, se disputará una edición más del clásico de la CONCACAF: México contra Estados Unidos. En el papel, se trata de un simple partido amistoso que no tiene mayor trascendencia, más allá de la gran rivalidad que guardan ambas selecciones. El partido tendrá lugar en Nueva Jersey, Estados Unidos, lo que ya se ha vuelto algo rutinario en los partidos de la Selección Mexicana, pues está claro que los directivos priorizan jugar en suelo norteamericano que mexicano, lo cual responde a una simple razón que todos conocen: dinero.
Por lo regular, durante una Fecha FIFA (durante la cual se frenan todas las ligas del mundo para que las selecciones puedan jugar partidos entre sí), se disputan un total de dos encuentros. En el caso de México, estos partidos suelen jugarse en suelo norteamericano. Según datos de Milenio, el Tri recauda un estimado de 10 mdd por cada dos partidos amistosos que juega en Estados Unidos, de los cuales 4 millones se quedan en las arcas de la Federación Mexicana de Futbol.
Este tema siempre ha generado gran polémica, sobre todo entre los aficionados que viven en suelo mexicano, quienes exigen mayor cantidad de partidos en el país. Sin embargo, la respuesta que brinda Héctor González Iñárritu (exdirector de Selecciones Nacionales), es contundente: “México obtiene el triple de ingresos por jugar en suelo americano, el cual sirve para mantener al resto de los equipos varoniles y femeniles afiliados”. Cabe aclarar que esta diferencia de ingresos entre un país y otro no responde tanto a una cuestión de asistencia, pues cuando el Tri juega en territorio nacional, la respuesta del público también suele ser positiva. La razón es mucho más simple: en Estados Unidos se paga en dólares.
Pero, ¿qué hace de este negocio algo tan rentable? De acuerdo con datos de la Revista Forbes, aproximadamente el 65% de 56.7 millones de hispanos en Estados Unidos son méxico-estadounidenses, de los cuales 35 millones son aficionados del Tri; es decir, el mercado de la Selección Mexicana en Estados Unidos es sumamente amplio, ello explica por qué, cada vez que juega México en suelo yanqui, los estadios presentan llenos y con una clara mayoría de aficionados al Tri, sin importar el rival contra el que se juegue y si es un partido oficial o amistoso. Incluso, cuando juega contra Estados Unidos, la mayoría del público apoya a México.
Cabe señalar que la elección de los estadios no es algo aleatorio, pues responde a una simple estrategia: colocar los partidos en ciudades donde exista una gran comunidad hispana, como California, Texas o Nueva Jersey (donde tendrá lugar el encuentro de hoy).
Pero, ¿por qué se llenan los estadios? Como es bien sabido, en México, el deporte que manda es el futbol, basta con encender el televisor y colocar un canal deportivo para ver algo relacionado con él. Asimismo, es difícil concebir una conversación cotidiana en la que no salga a relucir el tema. El futbol es parte intrínseca de la sociedad mexicana, corre por su sangre y por sus calles. Incluso, una simple botella de plástico remite a este popular deporte.
El futbol es parte de la identidad del mexicano, por eso los compatriotas que viven en Estados Unidos son tan fieles a la Selección y son capaces de pagar un boleto para verla sin importar su precio, porque en ese momento en el que están en el estadio y vitorean cada toque, cada gambeta, cada atajada… son más mexicanos que nunca y pueden sentir la sangre azteca correr por sus venas. En palabras de Villoro, los aficionados pertenecen a una religión con millones seguidores en donde “Dios siempre es redondo”.
A todo ello, hay que agregar el furor extra que se genera cuando México enfrenta a Estados Unidos, una rivalidad que representa un auténtico clásico en el plano futbolístico y que también se traslada a lo social, pues es bien conocida la constante discriminación de la que son víctimas los mexicanos que viven en Estados Unidos. Por eso, para ellos, un partido de este tipo va más allá de lo deportivo, pues es una forma de desquitar sus penas, sus frustraciones, su rabia; es una oportunidad de vencer al odiado rival, de gritar con cada gol las palabras que muchas veces callan y poder saborear una pequeña victoria con sabor a gloria. Quizá para los americanos el fútbol es un deporte secundario, pero para el mexicano, esos 90 o más minutos que dura un partido, el futbol representa todo.
Por todo ello, jugar partidos en Estados Unidos es un negocio sumamente rentable para la Federación Mexicana, porque, al final de cuentas, el fútbol es un negocio y la Selección es una marca muy poderosa.
Si trasladamos esto al ámbito del marketing, podemos darnos cuenta de que encaja perfectamente con las 4P´s de la mercadotecnia, pues existe un producto (la Selección Mexicana), el cual cuenta con un amplio mercado que está dispuesto a consumirlo, sin importar su calidad o su precio (costo del boleto). Asimismo, existe un fuerte mecanismo de promoción, pues detrás de ese juego subyacen intereses económicos de televisoras, patrocinadores y medios de comunicación en general que buscarán difundir el producto por todos los canales posibles para asegurar su éxito. Por último, pero no menos importante, es fundamental seleccionar, de manera estratégica, una plaza que garantice la venta total del producto, en este caso: ciudades con una gran comunidad hispana.
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