Vivimos en un mundo Volátil, Incierto, Complejo y Ambiguo (V.I.C.A.). Esta sigla busca sintetizar el estado actual de las cosas en el mundo a través de esos términos que, de alguna manera, todos los sentimos, vivimos o padecemos.
Si bien hay una raíz en un modelo (V.U.C.A.) que aplicaba el ejército norteamericano, fue el sociólogo Zigmunt Bauman quien acuñó el concepto en base a sus postulados de lo que llamó modernidad líquida, sociedad líquida o amor líquido.
Así ha definido Bauman este momento de la historia de la humanidad en el que se han desvanecido historias sólidas, como aquellos principios que signaban los matrimonios para siempre, el trabajo para toda la vida, hacer carrera en un solo lugar o ahorrar para tener algo. Hoy estamos inmersos en un mundo más veloz y ansioso por las novedades, más precario respecto a la estabilidad de las cosas, vertiginoso en cambios y transformación y agotador por el estrés que significa adaptarse diariamente.
- Comprendiendo estos conceptos
Volátil hace referencia a un mundo oscilante. De pronto todo parece haber vuelto a la tranquilidad, y ¡zas!: irrumpe algo que rompe nuevamente con el ansiado equilibrio. Las cosas cambian y aumentan en su tipo, crudeza, velocidad, tamaño, cantidad.
Incierto. La gestión de la incertidumbre es ahora un tema de conversación, ya que las personas, empresas y organizaciones de cualquier tipo necesitamos aprender a convivir con ella permanentemente: ya no hay nada completamente seguro, ni lo habrá.
Complejo: la realidad indica que hasta con las mejores intenciones casi todas las cosas tienen un “rulo”, una vuelta que aún no le encontramos del todo. Es posible que ese tiempo que dedicamos a buscarle el sentido a lo complejo, nos haga perder de vista de que, -en el caso de que lo hallemos- ya estará desactualizado y habremos perdido el tiempo.
Y lo Ambiguo está producido por la complejidad, la incertidumbre y la volatilidad de todo. Las cosas han adquirido múltiples y confusos significados. En este marco de ambigüedad surgen también las brechas de opinión, las posturas sumamente radicalizadas y hasta violencia incontenible, ya que la irracionalidad del mundo hace que los asuntos estallen de cualquier forma, sin importar las consecuencias.
- El otro V.I.C.A. posible para sobrevivir al estado de las cosas
Para afrontar este entorno V.I.C.A. es posible plantearnos otro V.I.C.A. que nos permita seguir adelante:
Visión – Pese a la vertiginosidad es posible diseñar visiones de corto, mediano y largo plazo. Esto hará que por más que los entornos vayan cambiando y hasta quizás nos obliguen a desviarnos, podemos mantener presente esa visión interna superadora, y conectarla con un propósito mayor.
Introspección – Como herramienta de superación personal y colectiva, el llamarnos a silencio en ciertos momentos convulsionados, serenar el espíritu y tomar perspectiva pueden ser herramientas potentes para afrontar las tempestades que suelen manifestarse con emociones descontroladas, aprendiendo a gestionarlas.
Conocimiento – Estamos en la era del conocimiento nómade. Es innegable que a través de la tecnología es posible acceder a un universo de conocimiento prácticamente infinito. Ser nómade es una metáfora más que apropiada: cotidianamente una persona consulta decenas de fuentes de información; hace miles de interacciones -cientos de ellas virtuales- que le despiertan intereses diversos que lo llevan a bucear en un tema que lleva a otro y a otro y a otro. Las formas tradicionales de transmisión conocimiento van dando lugar a integraciones en modelos que están mutando y desarrollándose. Algunas herramientas prácticas pueden ser adoptar un estilo propio de conocimiento nómade y saber priorizar lo que es importante versus lo superfluo para cada uno.
Adaptación – Es necesario darnos tiempo para la adaptación… aunque la velocidad nos exija que sea bastante rápida. Adaptarse, en este contexto, es convivir con el proceso en el que necesitaremos modificar algunos patrones de comportamiento para que la inserción en los ámbitos con los que convivimos sea menos caótica y conflictiva, tanto para nosotros como para los demás. Como herramientas sugiero la cooperación, la solidaridad y, sobre todo, la empatía.
Como vemos, no es necesario meterse en un bunker antinuclear: podemos seguir andando, usando esta caja de recursos.
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