A principios del año, un virus, que existía desde antes, comenzó a visibilizarse en nuestra sociedad, a invadir nuestro día a día, golpearnos y obligarnos a voltear exigiendo cambios en nuestra manera de actuar, pero sobre todo, de pensar. Un virus que le ha dado la vuelta al mundo, atentando directamente contra nuestra existencia. Un virus, que de un momento a otro, puede matarnos.
Sabíamos que nuestra vida era frágil, pero probablemente nunca habíamos sido tan conscientes de ello, como ahora.
El miedo se transformó en indignación, y la indignación en ira. ¿Cómo es posible que presidentes, directivos, gente en posiciones de poder… no hagan nada por proteger a nuestros abuelos, nuestras hermanas, nuestros amigos? ¿cómo podemos permitir que las decisiones no vayan encaminadas a resguardar la integridad y salud de las personas, en lugar de preocuparse por intereses personales?
El encierro solo agudizó el problema. La ansiedad pasó a ser una variable importante y de pronto, aunque la indicación era no salir, en diferentes países, grandes grupos de personas, salieron a exigir una cura, un atenuante… algo para despertar al mundo, y de alguna manera, comenzar a sanar.
Como humanidad, llevamos años atravesando por esto. No nos referimos a la gripe española, ni al sarampión, mucho menos a la peste negra o alguna otra pandemia. El virus del que hablamos es más difícil de ver, y por lo tanto, de curar. Una enfermedad que permanece hasta nuestros días: el egoísmo ideológico. Más peligroso que el coronavirus, más contagioso que todas las pandemias juntas. Un “virus” que ha mutado en racismo, clasismo, homofobia, misoginia y discriminación en general.
¿Qué tan infectados debemos estar para sentir superioridad sobre alguien por ser, pensar o actuar diferente a nosotros?
Tal vez nunca has insultado explícitamente a alguien por su color de piel, es posible que apoyes a algún grupo minoritario, probablemente la marca de la que eres parte lleva años cambiando su logo a uno con arcoiris como muestra de apoyo a la comunidad LGBTTTIQA e incluso han sacado campañas que han sido premiadas a lo largo de festivales (independientemente de que verdaderamente hayan ayudado). Sin embargo, aún con todo lo anterior, si te sientes superior a otro, simplemente por tener ideas diferentes a las tuyas, también estás infectado de este virus. Si rechazas a alguien por creer que sus ideas no están a tu “nivel”, si buscas cómo descalificar a los que están a tu alrededor para validarte a ti, si vives a la defensiva creyendo que todos están en tu contra, eres parte del problema.
Si fuiste el brand manager que pidió una modelo más blanca o el creativo, que por evitar un cambio más, no refutó nada; si eres de los que aprovecha los movimientos sociales para trepar a tu marca, pero en lugar de ayudar le quitas voz a la causa; si eres el que, por rapidez, eligió personas caucásicas porque el stock no tenía otras; si eres el que no alzó la voz cuando vio cómo acosaban a una mujer; si apareciste o descalificaste #MeToo; eres parte de esta otra pandemia.
En mayor o menor medida, todos lo somos.
Y por eso, es necesario, que cada uno de nosotros, desde nuestra trinchera, comencemos a hacer algo para buscar soluciones.
Bajo ese pensamiento nace #RoasTogether.
Como cualquier otro medio que juega un papel en la comunicación actual, es probable que hayamos propagado este virus compartiendo campañas y contenido en general que prioriza a gente de tez blanca, historias de familias tradicionales, etc; quitando visibilidad a personas que son diferentes a lo que pareciera ser el común denominador. Es por eso, que a partir de ahora, buscaremos ser un altavoz para todo aquel que tenga una idea, una propuesta, un plan que fomente la inclusión y de espacio a la diversidad.
No buscamos limitarnos al #PrideMonth o a gente de diferentes géneros y preferencias sexuales. Este es un parteaguas para reafirmar nuestro propósito como una marca inclusiva, por lo tanto nuestros espacios siempre estarán abiertos para todo aquel que busque visibilizar talento, marcas, creadores de contenido, que se esfuercen por verdaderamente hacer un cambio en cualquier grupo minoritario: gente con enfermedades mentales, personas en situación de calle, mujeres, niños, ancianos… es momento de tender la mano a todo aquel que por años se le ha dado la espalda.
Si la diferencia de ideas fue lo que inició el problema, haremos que las ideas, la curiosidad, y la creatividad, sean el inicio de un cambio mayor.
Si tienes un texto, un video, un print… si quieres pelotear para juntos buscar soluciones, escríbenos a colaboraciones@roastbrief.com.mx
Comentarios